La explotación sexual de niños en Paraguay ha alcanzado niveles alarmantes, según el reciente estudio del Ministerio Público. Entre 2023 y 2024 se registraron 206 casos de proxenetismo y 2.176 causas de pornografía infantil, una realidad que pone en evidencia la magnitud del problema. La concentración de estos crímenes en áreas como Asunción y Central, con un preocupante 75% de los casos de pornografía, evidencia una realidad que no se puede pasar por alto.

El Senado ya había declarado la emergencia nacional por este flagelo, y el Congreso ha aprobado un proyecto de ley que endurece las penas contra los abusadores de menores. Sin embargo, las acciones legislativas son necesarias pero no suficientes. Como sociedad, debemos detenernos y analizar profundamente las causas de este problema, que encuentra sus raíces en la vulnerabilidad social, la pobreza, la falta de educación y la desprotección de los niños. Solo combatiendo estas causas en su origen podremos frenar esta tragedia que destruye vidas.

Desde La Tribuna hemos denunciado reiteradamente la gravedad de la explotación infantil y no nos cansaremos de insistir en la urgente necesidad de proteger a nuestros niños. Las secuelas de estos abusos son devastadoras: ansiedad, depresión y estigmatización, son solo algunas de las marcas imborrables que dejan en las víctimas. Es inaceptable que sigamos permitiendo que miles de niños sean víctimas de esta violencia, sin una respuesta contundente y coordinada.

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Las cifras hablan por sí solas, pero es urgente que pasemos de la indignación a la acción. Todos, desde el Estado hasta la sociedad civil, debemos asumir nuestra responsabilidad y asegurar que los niños crezcan sanos, seguros y protegidos, lejos del alcance de estos abusadores.