La plataforma Ñangareko, impulsada por la Contraloría General de la República y financiada por Itaipu Binacional, es una plausible iniciativa en la búsqueda de mayor transparencia en la ejecución del programa Hambre Cero. Este programa, que tiene como objetivo erradicar la desnutrición en las instituciones educativas, es fundamental para el desarrollo de las comunidades más vulnerables de nuestro país.
El control en tiempo real que permite la nueva herramienta, desarrollada con el apoyo del Parque Tecnológico ITAIPU Paraguay (PTI-PY), busca asegurar que los alimentos lleguen efectivamente a quienes más los necesitan y, lo más importante, que se cumplan los estándares de calidad y distribución. Sin embargo, aunque la iniciativa es plausible, es necesario advertir que su éxito dependerá, en gran medida, del compromiso y la participación activa de la ciudadanía.
En el pasado, iniciativas similares, como las destinadas a la fiscalización del uso de los fondos de FONACIDE, no lograron el impacto esperado. La principal razón fue la falta de apropiación por parte de la ciudadanía, todavía muy renuente al uso de la tecnología.
Este antecedente plantea un desafío importante para la Contraloría y las demás entidades involucradas: acompañar la implementación de Ñangareko con una sólida campaña de “educación ciudadana”. No basta con poner a disposición una plataforma innovadora; es indispensable que la población comprenda cómo utilizarla, la importancia de hacerlo de manera responsable y los beneficios que reportará en términos de transparencia y mejora del servicio.
Las lecciones del pasado nos recuerdan lo que puede suceder si no se toman las precauciones necesarias. El programa de merienda escolar, que debía ser una herramienta para mejorar la nutrición infantil, se convirtió en un terreno fértil para el enriquecimiento ilícito de empresarios inescrupulosos y la corrupción de políticos.
En este contexto, la plataforma “Ñangareko” llega en el momento justo. La fiscalización y el control social son componentes esenciales para garantizar que el programa Hambre Cero cumpla sus objetivos, pero solo funcionarán si la ciudadanía asume un rol activo en la denuncia y el seguimiento de irregularidades. Tal como señaló el contralor Camilo Benítez, «el control concurrente solo será posible con el apoyo de la comunidad». De lo contrario, corremos el riesgo de repetir los errores del pasado.