Un Estado eficiente

El presidente Santiago Peña ha marcado un camino claro para el futuro del Estado paraguayo: desburocratización, eficiencia institucional y el aprovechamiento de los beneficios que el grado de inversión puede ofrecer al país. En su reciente participación en la 21° Edición de la Expo Negocios, Peña demostró un profundo conocimiento de las debilidades estructurales de las instituciones públicas, y reconoció la necesidad urgente de reformas que coloquen al ciudadano contribuyente en el centro de las políticas públicas.

El Estado paraguayo enfrenta un desafío mayúsculo. Aunque el grado de inversión es un logro relevante, este no garantiza automáticamente un desarrollo sostenido. De hecho, el propio mandatario admitió que el país sufre de una burocracia que ha minado la eficiencia estatal y una estructura tributaria que permite que el pago de impuestos sea voluntario para algunos. Esta realidad, en la que el cumplimiento de obligaciones no es igualitario, destruye la confianza en las instituciones y se convierte en una verdadera traba para el desarrollo.

Peña dejó en claro que su administración no solo busca la transparencia, sino también un Estado que sea implacable en el cumplimiento de las leyes y equitativo para todos. Sin embargo, el verdadero reclamo de los ciudadanos no se limita a la transparencia, sino a la creación de un Estado eficiente. Un Estado que funcione como un verdadero servidor público, capaz de atender las necesidades de sus contribuyentes con celeridad y eficacia.

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Parte esencial de esta transformación debe incluir la racionalización del gasto público. No es un secreto que numerosas instituciones están sobrecargadas de funcionarios que no desempeñan funciones claras. La redistribución y capacitación de estos trabajadores para que se conviertan en servidores públicos útiles en otras áreas es fundamental para evitar el derroche de recursos y mejorar la eficiencia del Estado.

El presidente Peña ha delineado una hoja de ruta que, de ser ejecutada correctamente, podría transformar el funcionamiento del aparato estatal. No obstante, lo que realmente marcará su legado será la capacidad de llevar a la práctica estos planes y lograr un cambio tangible en la calidad de vida de los paraguayos. El grado de inversión, aunque es un símbolo de confianza, será inútil si no viene acompañado de un Estado moderno, funcional y al servicio de su ciudadanía.