El preacuerdo entre Paraguay y Argentina para destrabar el prolongado conflicto sobre el peaje en la Hidrovía Paraguay-Paraná debe ser un primer paso para avanzar hacia un manejo estratégico de uno de los recursos más valiosos de nuestra región. Tras arduas negociaciones, intercambio de información y una necesaria dosis de flexibilidad por parte de ambos países, se ha logrado un punto de equilibrio que, si bien provisional, abre las puertas para una solución definitiva que permita el uso efectivo y justo de esta importante vía de navegación.
Es indudable que la postura intransigente del anterior gobierno argentino elevó las tensiones al punto de generar preocupación en varios sectores económicos y políticos de Paraguay. La imposición de un peaje unilateral en un tramo clave del río Paraná no solo afectaba la actividad comercial paraguaya, sino que también ponía en peligro la estabilidad diplomática entre los países signatarios del Acuerdo de Santa Cruz de la Sierra.
Sin embargo, gracias al diálogo y la intervención tanto del sector privado como de técnicos y autoridades de ambos países, se ha podido alcanzar un consenso. La tarifa provisoria de 1,20 dólares estadounidenses por tonelada de registro neto (TRN), junto con el mecanismo de compensación retroactiva, representa sin duda un gran avance.
Más allá de este resultado puntual, el conflicto nos deja lecciones importantes que no deben ser ignoradas. Como nación con ríos caudalosos y estratégicos, Paraguay debe replantearse su relación con la hidrovía desde una perspectiva más amplia y a largo plazo. Este recurso no solo es vital para el comercio y la economía del país, sino que ha despertado el interés de potencias globales como Estados Unidos y China, que buscan consolidar su presencia en la región y ampliar su control sobre rutas comerciales clave.
El valor geopolítico de la Hidrovía Paraguay-Paraná no puede ser subestimado. Nuestros vecinos regionales, conscientes de la importancia de esta vía de comunicación, han ajustado sus políticas para proteger sus intereses. En este sentido, Paraguay debe hacer lo propio y adoptar una postura proactiva en el desarrollo de políticas de navegación, explotación, control y mantenimiento de sus recursos fluviales. La falta de visión estratégica en el pasado ha impedido que nuestra nación saque el máximo provecho de este activo invaluable, y es hora de corregir ese curso.
El potencial de la hidrovía es inmenso. No solo facilita el acceso a mercados globales, sino que tiene el poder de transformar el desarrollo económico de Paraguay si se gestiona adecuadamente. Sin embargo, para que estas riquezas fluviales se traduzcan en beneficios tangibles para todos los paraguayos, es necesario que las autoridades actúen con determinación, visión y responsabilidad.