Desde hace un tiempo, Paraguay está dando pasos importantes hacia la adopción de la electromovilidad, con iniciativas que incluyen la circulación de vehículos eléctricos e híbridos en nuestras calles, el anuncio de la instalación de una fábrica de buses eléctricos y posibles ventajas impositivas para la importación de vehículos eléctricos. Además existen planes de incorporar más unidades de transporte público impulsadas por energía eléctrica. Todas estas iniciativas son señales positivas de compromiso con un futuro más sostenible.

Sin embargo, como país mediterráneo y sin producción propia de hidrocarburos, Paraguay debería haber implementado una política nacional de movilidad eléctrica desde hace tiempo. La dependencia de la importación de combustibles fósiles nos expone a las fluctuaciones y conflictos internacionales, lo que afecta directamente nuestra economía. En este sentido, es fundamental que el Estado paraguayo proyecte a largo plazo una estrategia que asegure la autonomía energética del país.

Paraguay tiene un recurso invaluable: la abundante generación de energía eléctrica limpia y renovable. Aprovechar esta ventaja para transformar el sistema de transporte en uno totalmente eléctrico además de ser una opción viable, es una necesidad estratégica. Esta transformación debe ir también acompañada de un programa de investigación y desarrollo en nuestras universidades, que permita capacitar a las futuras generaciones en las tecnologías necesarias para la producción de vehículos eléctricos.

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Más allá de la independencia energética, Paraguay debe aspirar a la autonomía tecnológica. La historia nos enseña que nuestro país ha sabido ser autosuficiente en el pasado, especialmente durante el gobierno de Gaspar Rodríguez de Francia, cuando se recurrió a los recursos propios para garantizar la supervivencia. En el contexto global actual, es fundamental que Paraguay desarrolle políticas que lo liberen de la dependencia externa y aseguren el bienestar de su población.

En la semana se informó de una reunión entre los viceministros de Transporte e Industria, donde se discutieron los desafíos y estrategias para la adopción de la electromovilidad. Son iniciativas plausibles. No obstante, para que estas tengan un impacto duradero, necesariamente deben integrarse en un plan nacional que vaya más allá de la simple adquisición de vehículos eléctricos. Se necesita una visión integral que abarque la producción, el desarrollo tecnológico y la capacitación de recursos humanos.

Paraguay tiene las condiciones para asegurar su autosuficiencia energética y tecnológica, y la electromovilidad debe ser una pieza clave en esta estrategia. El impacto de la guerra de Ucrania en los países del mundo debe servirnos de aprendizaje para avanzar hacia un futuro en el que dependamos menos de factores externos y más de nuestras propias capacidades, garantizando así un desarrollo sostenible y asegurar el bienestar presente y futuro de los paraguayos.