Una vez más, la violencia se hizo presente en un espacio público, sacudiendo la tranquilidad de la ciudadanía y generando una profunda preocupación en la opinión pública. Ayer domingo, una joven que practicaba su rutina de corrida matutina en el Parque Guasu Metropolitano fue atacada por un desconocido que habría intentado abusar de la misma. Este deplorable incidente se suma a una preocupante serie de hechos similares que han encendido las alarmas en la comunidad, especialmente entre quienes eligen los parques y espacios públicos para realizar actividades físicas.
En febrero pasado, en el Parque Carlos Antonio López, una joven fue asaltada y herida por delincuentes armados. Este hecho motivó la respuesta de las autoridades, quienes reforzaron la presencia de efectivos del Grupo Lince en dicho parque, logrando así devolver la sensación de seguridad a los usuarios. Sin embargo, este nuevo ataque en el Parque Guasu Metropolitano demuestra que los esfuerzos en materia de seguridad aún son insuficientes y que las patrullas aleatorias, si bien son un elemento disuasivo y preventivo, no deben ser relajadas ni reducidas.
Urge que las autoridades tomen medidas inmediatas y efectivas para investigar y capturar al responsable de este intento de abuso. Las cámaras de seguridad instaladas en la zona podrían ser un recurso valioso para identificar al agresor y asegurar que reciba el castigo que merece. No obstante, la responsabilidad no termina con la captura del criminal; es fundamental que las instituciones encargadas de velar por la seguridad pública implementen y mantengan un patrullaje constante y efectivo en todos los parques y espacios recreativos del país.
Los parques y las plazas deben ser espacios de tranquilidad, donde las familias, jóvenes y adultos puedan disfrutar de la naturaleza y el ejercicio sin temor a ser víctimas de la delincuencia. Las instituciones deben trabajar para preservar que éstos sean espacios de recreación y bienestar, libres de la amenaza de la violencia.