La Cámara de Senadores acaba de dar un importante paso al aprobar el proyecto de ley que aumenta las penas para los abusadores de niños, fijando la sanción máxima en 28 años de prisión. Esta normativa responde a una crisis social que afecta a nuestro país y que ya ha llevado a la misma Cámara a declarar, el pasado mes de junio, estado de emergencia nacional debido al alarmante aumento de casos de abuso sexual infantil.
El proyecto de Ley aprobado además de buscar castigar con mayor severidad a los agresores, también apunta a ampliar las definiciones y modalidades de estos delitos, incluyendo aquellos perpetrados a través de medios tecnológicos, una práctica cada vez más en auge en los últimos años.
La urgencia de esta legislación refleja una situación crítica que casi podría considerarse endémica en nuestro país. El aumento de las penas tiene el claro objetivo de disuadir a potenciales abusadores, estableciendo un mensaje contundente de que estos actos serán castigados con la máxima dureza. No obstante, la legislación por sí sola no es suficiente. Es fundamental que la legislación se complemente con esfuerzos continuos en la protección de los menores, tanto en el ámbito familiar como en las escuelas y centros religiosos.
La educación juega un papel esencial en la prevención del abuso infantil. Es necesario que los niños, padres y el entorno familiar estén adecuadamente informados y conscientes de este flagelo. Solo así se pueden desarrollar medidas preventivas efectivas y mecanismos de protección para los menores. Los programas de educación y sensibilización deben ser reforzados para crear una cultura de cero tolerancia hacia el abuso infantil, promoviendo al mismo tiempo un entorno seguro y protector para todos los niños.
La aprobación de este proyecto de Ley, que ahora pasa a Diputados, es un paso positivo, pero la verdadera victoria vendrá con su implementación efectiva y con una sociedad que se una para proteger a sus miembros más vulnerables. El Estado, junto con organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía, debe continuar trabajando incansablemente para asegurar que nuestros niños crezcan en un ambiente seguro, libre de miedo y violencia.