El pasado domingo Venezuela celebró sus elecciones generales, resultando ganador Nicolás Maduro con el 51,2% de los votos, según el Comité Nacional Electoral (CNE). Sin embargo, tovo el proceso electoral tiene serios cuestionamiento por las múltiples irregularidades y denuncias de fraude. La comunidad internacional reaccionó con contundencia y nueve países, incluyendo Paraguay, se pronunciaron para exigir una revisión completa de los resultados.
Entre los países que solicitan esta revisión se encuentran Argentina, Costa Rica, Guatemala, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay. Estos gobiernos convocaron a una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para garantizar el respeto a la voluntad popular, en consonancia con la Carta Democrática y sus principios fundamentales.
Las encuestas previas a las elecciones mostraban una clara ventaja para el candidato opositor Edmundo González Urrutia, quien según las actas electorales y los boca de urna independientes, debería haber resultado ganador con una diferencia mayor a 30 puntos porcentuales. González Urrutia, delfín de María Corina Machado, representaba la esperanza popular tras 25 años de chavismo. Sin embargo, los resultados oficiales dieron una dudosa estrecha victoria a Maduro, en lo que fue calificado por muchos como el mayor fraude electoral en la historia democrática de América Latina.
La dictadura de Maduro, heredera del régimen fundado por Hugo Chávez, ejecutó una serie de maniobras fraudulentas que comenzaron a operar mucho antes de las elecciones. Estas incluyeron la inhabilitación de candidatos de la oposición, la restricción del voto a los venezolanos en el exterior, las detenciones arbitrarias y la manipulación de los boletines electorales.
La comunidad internacional ahora espera que el régimen de Maduro permita una revisión transparente de las actas electorales. La verdadera prueba de la legitimidad de estas elecciones dependerá de la disposición del gobierno venezolano a someterse a la supervisión internacional y demostrar que los resultados reflejan la voluntad del pueblo.
En última instancia, los grandes ganadores de estas elecciones en Venezuela no son ni Maduro ni el pueblo venezolano, sino Rusia y China, que aseguran su influencia en la región a través de su aliado y protegido Nicolás Maduro. Es responsabilidad de la comunidad internacional, ejercer la debida presión y restablecer las sanciones contra el régimen hasta lograr el retorno de la democracia que tanto clama el pueblo venezolano.