A 20 Años del Ykua Bolaños

El 1 de agosto de 2004, nuestro país vivió una de las tragedias más dolorosas de la era democrática. El incendio del supermercado Ykua Bolaños, ubicado en el barrio Santísima Trinidad, se cobró la vida de 400 personas, dejando una huella imborrable en nuestra memoria colectiva. Hoy, dos décadas después, es momento de reflexionar si hemos aprendido de tan dolorosa pérdida.

No entraremos a analizar las causas del siniestro, pues ya ha habido suficiente debate al respecto. En aquel entonces se habló de una deficiencia en la fiscalización de las obras por parte de las instituciones, las fallas estructurales en el diseño del local y la falta de preparación del personal del supermercado para situaciones de emergencia. La pregunta que debemos hacernos 20 años después es si cuánto hemos avanzado como sociedad a partir de esta trágica lección. A juzgar por los hechos recientes, la respuesta es desalentadora.

Recientemente, dos militares perdieron la vida, en Lambaré, al ser arrastrados por un raudal en una calle que desembocaba directamente en un arroyo caudaloso sin ninguna valla de protección. Meses después, una madre y su hija murieron en una situación similar en Luque. Estos incidentes reflejan la falta de previsión y la escasa inversión en infraestructura segura.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

No obstante, hay que reconocer, que a raíz de la tragedia del Ykua Bolaños, muchos locales comerciales invirtieron en equipamientos y medidas para evitar situaciones similares. Sin embargo, la educación en seguridad sigue siendo una asignatura pendiente. Los grandes establecimientos y espacios con alta concentración de personas deben capacitar a su personal para enfrentar emergencias. En las escuelas, es fundamental insistir en la educación en seguridad y en general en las empresas e instituciones, deben realizar simulacros para que la ciudadanía sepa cómo actuar en caso de siniestros.

Nuestra sociedad aún carece de una cultura sólida de educación ciudadana y urbana. En las calles, continuamos viendo transportes públicos en condiciones deplorables que ponen en riesgo la vida de los pasajeros.

La tragedia del Ykua Bolaños debió servirnos como un punto de inflexión para adoptar medidas integrales en todos los ámbitos, con el objetivo de priorizar la protección de la vida. Veinte años después, aún estamos a tiempo de reaccionar y tomar las previsiones necesarias para evitar que Paraguay tenga que lamentar una tragedia similar en el futuro.