Se acerca la Semana Santa, y Paraguay con una alta tradición tiene su forma peculiar de pasar esos días santos. Es normal que quienes trabajan por Asunción aprovechen el feriado para visitar la parentela que vive en el interior. Así también es parte de la cultura culinaria la preparación de la chipa, sopa y otras comidas que se consumen en esas fechas y que llevan huevo, queso y otros productos caseros del país.
Sin entrar a discutir la validez de la capacidad autorregulatoria del mercado en Paraguay en artículos que se venden en los supermercados, vemos que justamente hay un llamativo repunte en los precios de los ingredientes que hacen a la chipa y la sopa. No creemos que sea una simple casualidad, pues cada año ocurre lo mismo. Más bien es parte de esa conducta angurrienta de los comerciantes.
Es difícil entender cómo el precio de la plancha de huevo casi se ha duplicado y que el kilo de queso ya está por los 50 mil guaraníes. Estas subas, necesariamente, deben estar programadas, porque ocurren siempre. Lo más triste es que golpea al grupo medio bajo de la sociedad, que es la mantiene la costumbre de preparar usando, en algunos casos, hasta todavía el famoso «Tatakua».
Sólo citamos el incremento en el valor del huevo y queso, aunque la suba se está dando en la mayoría de los productos, para revelar algo que no será visible como debe hacer en un país donde los temas políticos hace tiempo opacaron la economía familiar. Para completar el cuadro de desamparado en qué está esa mayoría que vive del salario mínimo, es que luego saldrá el informe del Banco Central del Paraguay (BCP) diciendo que no hubo inflación en el mes que pasó.
