La democracia política no genera aún calidad de vida para la mayoría de la población. La culpa no es del espacio de libertad. La causa está en la dirigencia política. Especial es la que estuvo y está en el poder de la República. El aporte de quienes hicieron y hacen de oposición tampoco fue y es de provecho. Por eso, hoy que estamos ante una nueva campaña electoral, seamos como sociedad una unidad severa para observar a cada candidato que busca su espacio de poder, como también a sus grupos partidarios y respectivos financistas.
La medición de la gestión de los políticos se tiene que hacer por la condición de vida de la población. En esta lectura, existe aplazo. Hay un esfuerzo extraordinario de la gente para el éxito de la democracia, pero aún no hay una devolución justa de la clase política. La falla está en la gestión. Una estadística rápida hará ver qué un buen porcentaje de los electos, hoy están denunciados por hechos de corrupción, otros están imputados, otros acusados y hasta hay legisladores y altos funcionarios condenados. Se supone que el dirigente debe ser modelo de ciudadanía. Hasta parece que algunos rufianes buscan cargos políticos sólo por conseguir algún posible blindaje para sus fechorías e ilicitudes.
Seamos como sociedad más exigentes con nuestros políticos. Nuestra responsabilidad es hacer valer el voto; ya ahora que se está en tiempos de campaña. No seamos cómplices con grupos partidarios y dirigentes que no merecen la mínima consideración. No seamos parte de la farsa. Hagamos valer el derecho a una democracia exitosa. Hay demasiada deuda social acumulada. Un país con tremenda potencialidad, como es el Paraguay, no puede estar acumulando bolsones de pobres de norte a sur, de este a oeste.
Hagamos las cosas diferentes. No desperdiciemos tanto espacio de libertad. Necesitamos seguridad jurídica para la presencia de capital sano. Debemos recuperar la seguridad personal, no se puede andar con el Jesús en la boca por el riesgo ante cualquier grupo criminal. Nos merecemos mejores condiciones de vida, apuntemos entonces en la causa, que es la clase política, que debe comprender que, en el 2023 sí las cosas siguen como son, el grito que se vayan todos puede ser realidad nacional.