Reacción de todo tipo causó la suspensión del debate pretendido por la organización Desarrollo en Democracia (Dende), Club de Ejecutivos del Paraguay, Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC), Fundación CIRD y Horizonte Positivo Paraguay. En medio del griterío de los políticos, que vieron el hecho de acuerdo a sus intereses, los más golpeados, por una parte de la opinión pública, finalmente, fueron los organizadores; y en profundidad y esencia, la misma democracia.
Todo fue suspendido casi repentinamente tras la condición planteada por el aspirante oficialista de ampliar el número de participantes. Inmediatamente, el Comité de Debate Presidencial 2023 comunicó la suspensión, atribuyendo la decisión a «la no aceptación de las condiciones y formatos por parte de uno de los candidatos». La idea era tener sólo a los candidatos a la Presidencia, Santiago Peña y Efraín Alegre, el 2 y el 16 de abril próximos.
La programación del debate no estaba teniendo mucha repercusión como sí tuvo la suspensión. Por encima de los argumentos de los propiciadores, quedó en el ambiente un resquicio de poca transparencia al sentido amplio de la democracia, y mayor respeto a las posibles minorías. Además hubo menoscabo al derecho natural de los electores de contar con más abanico de planes de Gobierno para el quinquenio 2023/2028.
Siempre es recomendable el cuidado de todos los detalles, en todo sentido. Pues luego de la suspensión aparecieron publicaciones de probables vínculos de miembros de las entidades organizadoras con uno de los candidatos. Hasta se podría decir que hubo menosprecio a los operadores y militantes de los otros presidenciables, a quienes se les negó esa efervescencia y energía de ilusionarse con su proyecto presidencial.
Aunque duela decirlo, Desarrollo en Democracia, Club de Ejecutivos del Paraguay, Asociación de Empresarios Cristianos, Fundación CIRD y la entidad Horizonte Positivo Paraguay, entidades que siempre recomiendan inclusión, transparencia y más propuestas de Gobierno, está vez, se aplazaron. El error provino del sector privado y la más lastimada, de nuevo, fue la democracia ¡Una pena!.