El próximo 9 de marzo asume la titularidad de la Fiscalía General del Estado, el doctor Emiliano Rolón Fernández. Lo hará en un momento trascendental para la vida de la República, que afronta graves problemas de credibilidad de sus instituciones.
Constitucionalmente el Ministerio Público está llamado a ser representante de la sociedad en el sistema judicial (Art. 266 CN), en la investigación y persecución de delitos y crímenes, con el objetivo superior de lograr la seguridad de las personas, la protección de sus patrimonios y lograr la paz social.
Como se puede ver dentro nuestro ordenamiento, esta institución es clave para la sociedad. Lamentablemente, muchos de los que pasaron por la institución no estuvieron a la altura y acabaron desprestigiandola.
En ese sentido, son varios y grandes los desafíos que deberá enfrentar Rolón Fernández, en la Fiscalía General del Estado. La esperanza ciudadana está depositada en su persona y es de esperar que al completar sus funciones no defraude esas expectativas.
Uno de los desafíos más importantes para el nuevo titular del Ministerio Público será confrontar a la mafia y al crimen organizado, que encontró terreno fértil gracias a la corrupción y la impunidad y que ya se cobró la vida nada más y nada menos que de un agente fiscal. Investigar a profundidad todos los tentáculos de las organizaciones delictivas y llegar hasta sus padrinos protectores, no será tarea fácil, pero la sociedad está esperando que a Rolón Fernández no le tiemble el pulso para llevar adelante ese proceso.
El otro gran desafío que tendrá el nuevo fiscal general será barrer con los focos de corrupción dentro de la institución, sobre todo en las fiscalías zonales, como las ubicadas en zonas fronterizas, donde los agentes se instalan solamente para volverse ricos de la noche a la mañana, insertándose en los engranajes de las roscas corruptas que manejan las mafias fronterizas. Uno de ellos es el de Ciudad del Este, donde son conocidos los fiscales, que llegan a la zona en colectivo y a los pocos meses hacen ostentación de riqueza, que nunca podrán justificar con sus salarios.
El tercer desafío será mantener la independencia del Ministerio Público, de las presiones y los intereses políticos. Lamentablemente en varias ocasiones la sociedad paraguaya fue testigo de cómo la fiscalía fue utilizada como un garrote al servicio de nefastos personajes de la política criolla.
Dentro de esa misma línea, un cuarto desafío será terminar con la complicidad de los fiscales en los casos de corrupción en el manejo de los fondos públicos. Grandes delincuentes que desvalijaron instituciones públicas, quedaron impunes debido a una deficiente investigación, o la prescripción de los casos, por inacción de los agentes.
Una lamentable y vergonzosa realidad del Ministerio Público, es que los fiscales antes que ser servidores públicos, representantes de la ciudadanía, se erigen como semidioses que pueden repartir imputaciones a diestra y siniestra a gusto y paladar, sin rendir cuenta a nadie de sus actuaciones.
En nuestros editoriales, durante el proceso de selección para el cargo, señalamos que el país necesita un Fiscal General no sea cómplice, ni encubridor. Ni inútil, ni cobarde. Ni sumiso, ni adulón. El país necesita una Fiscalía General del Estado que ayude a combatir con coraje, con real independencia y patriotismo la corrupción, la inseguridad, la delincuencia, la injusticia. Es nuestro deseo ferviente que Rolón Fernánzdez, llene esas expectativas al frente de la institución.