El Paraguay, en un logro notable, ha alcanzado el tan anhelado grado de inversión. En el devenir de la historia económica de nuestro país, haberlo logrado constituye sin duda un hito significativo y trascendental. La calificadora “Moody’s” ha otorgado al Paraguay el grado de inversión, luego de décadas de profundas reformas económicas que han afectado al Ministerio de Hacienda y el Banco Central principalmente, mediante la implementación de políticas que han redundado en un progresivo avance económico.

Este reconocimiento, otorgado por agencias internacionales de calificación crediticia, no solo es un testimonio de la estabilidad y el crecimiento sostenido del país, sino también un reflejo de las políticas económicas responsables implementadas en los últimos años. Si bien en varios aspectos existen múltiples cuestionamientos realizables a los gobiernos de la era democrática, es justo reconocer que la gestión del Ministerio de Hacienda y del Banco Central desde el inicio de la década de los años 2000 ha sido buena y respetable. Hoy, la seriedad en la implementación de políticas económicas ha dado uno de sus mejores frutos.

Este logro se sustenta en varios pilares. En primer lugar, la disciplina fiscal que han mantenido los gobiernos, evitando déficits excesivos y controlando la deuda pública. En segundo lugar, la implementación de reformas estructurales que han mejorado el clima de negocios y la competitividad del país. Además, la relativa inestabilidad política y social no han logrado jugar en contra, y se ha logrado mantener un entorno predecible y seguro para las inversiones.

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Como nuestro medio ha venido comentando, el grado de inversión no es solo un galardón simbólico; sino que tiene implicaciones prácticas profundas. Obviamente, atrae la atención de inversores internacionales, que ahora ven a Paraguay como un destino seguro y confiable para sus capitales. Esta nueva confianza se traducirá en mayores flujos de inversión extranjera directa, que son vitales para el desarrollo de infraestructuras, la creación de empleo y la diversificación de la economía. Claramente, ascender al grado de inversión pone a Paraguay en una vitrina muy interesante.

No obstante, este reconocimiento también plantea nuevos desafíos. Paraguay debe continuar fortaleciendo sus instituciones y luchando contra la corrupción para mantener la confianza de los inversores. La mejora en la educación y la capacitación de la fuerza laboral son esenciales para aprovechar al máximo las oportunidades que se presentan.

Asimismo, es fundamental diversificar la economía, reduciendo la dependencia de sectores tradicionales como la agricultura, y fomentando el desarrollo de industrias tecnológicas y de servicios.

Haber logrado acceder al grado de inversión es sin duda un paso monumental para nuestro país, abriendo puertas a nuevas oportunidades y consolidando su posición en el escenario económico global. Sin embargo, para capitalizar plenamente este logro, el país debe seguir avanzando con determinación y visión hacia un desarrollo inclusivo y sostenible. Este es el momento de transformar el potencial económico en realidad tangible para todos los paraguayos, y que este crecimiento sea palpable en los bolsillos de todos. Al final de cuentas, esto dependerá de cada uno de nosotros.