El intento de la moneda única en el Cono Sur es un ejemplo más que Brasil y Argentina toman decisiones de dos dentro del Mercosur. Sin embargo, no perdonan decisiones unilaterales como la que intenta Uruguay, que al sentir que no avanza con socios que no son leales, busca vínculos con China. La posición charrúa es digna comparada con el silencio casi entreguista de Paraguay, que se calla justo ante sus vecinos con los que comparte dos represas, Itaipú y Yacyretá, donde las finanzas no son iguales ni claras.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y su homólogo argentino, Alberto Fernández, ratificaron el proyecto de moneda común en la región para transacciones comerciales, que permita dejar de depender del dólar. Aunque no lo digan, es un hecho que los mecanismos serán favorables a sus respectivas naciones. Si las cuentas actuales en Itaipú y Yacyretá resultan perjudiciales a Paraguay, ya habrá que sospechar lo que será el futuro de las binacionales con una moneda única dirigida por Brasil y Argentina.
Quienes festejaron ingenuamente el triunfo de Lula en Paraguay, ya se habrán dado cuenta que con él la renegociación del Anexo C será sólo un mayor pago como presunta compensación por el uso de la energía paraguaya. Este plan de la moneda única tiene también sus lazos de sometimiento, en que más temprano que tarde se sabrá que tiene relación igualmente con las deudas de Itaipú. Con las diferencias debidas, pero en el mismo tono, viene la Argentina, país con el que se tiene compromisos en Yacyretá, sólo por citar un acuerdo energético en común.
Lula incluso dio pasos más adelante citando a los ministros del área económica y presidentes de los Bancos Centrales de Brasil y Argentina para que «tengan la inteligencia, competencia y sensatez necesarias para que demos un salto de calidad en nuestras relaciones comerciales y financieras». Imagínense lo que será dejar que el tipo de cambio quede a cargo de los brasileños y argentinos, que a veces no pueden ni controlar sus respectivas inflaciones. Si algo tiene Paraguay, es la solidez de su moneda y la cierta estabilidad en el país del dólar.
Más que el avance de Lula y Fernández, el mayor riesgo está en el mutismo del actual gobierno paraguayo, que aún no reaccionó sobre la postura entre brasileños y argentinos. No hay naciones pequeñas, sí eso es el pretexto para no alzar la voz, lo que se tiene son gobiernos sin carácter; sin ideas, genuflexos e inútiles. Por eso, más que censurar a Uruguay, hay que aplaudir su coraje de emitir al menos un mensaje claro: que con las administraciones actuales en Brasil y Argentina, es poco el espacio dentro del Mercado Común del Sur.