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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Cuando un carcelero se convierte en pequeño empresario, celebra su readaptación social

Llega fin de año y llueven los pedidos de pan dulce en la Penitenciaría Esperanza donde ya se elaboran los panificados típicos para las ventas. Unos cuantos presos se ponen a trabajar y su trabajo tiene recompensa.

Así se logra el proceso de readaptación a la sociedad. Así testimonia Diego Insauralde, que no sólo fue una persona privada de libertad (PPL) sino que volvió a la citada panadería para apoyar a los aprendices y cuenta que hoy se encuentra realizado como persona.

Diego Insaurralde ya lleva cuatro años en la UPIE y es el encargado de realizar las tortas con divertidas temáticas conmemorativas, uno de los productos más requeridos en la panadería.

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Insaurralde relata que potenció su talento en la repostería gracias a la oportunidad laboral que tiene en la panadería del referido centro penitenciario modelo, y que mediante esa ocupación puede reencauzar su mente en una labor que le aleja del ocio traicionero.

“Venir a trabajar de vuelta en este lugar después de mucho tiempo en lo que es mi oficio fue lo que me trajo tranquilidad, una estabilidad emocional inclusive por tener la mente ocupada, en la responsabilidad del trabajo nuevamente”, mencionó.

La UPIE pone a disposición el siguiente número telefónico: 0981-225505, para los interesados en hacer pedidos.

EL MAESTRO

El maestro panadero está siempre asistiendo a los presos que muy pronto pueden ser grandes profesionales en la materia. El maestro es Carlos Miranda, que no es PPL pero acude todos los días al llamado en la panadería de la UPIE, para comandar como maestro la obra de arte culinaria de sus cuatro PPL ayudantes en línea de producción.

Carlos Miranda ya lleva tres años en la UPIE, y nos cuenta con orgullo que vio pasar a varias PPL que se dedicaban íntegramente al trabajo, lograron su libertad mediante la panadería y extendieron la producción en el rubro ya fuera de la Penitenciaría.

“Ahora estamos en la temporada alta con los pan dulces; con la venta se ayuda a la institución y a las PPL que trabajan en la panadería. Ellos tienen su recompensa por el trabajo”, dijo Miranda con mucha satisfacción.

La Penitenciaría requiere ampliar la enseñanza de varios oficios más para la readaptación de las personas privadas de libertad.