El estrés hídrico es marcado como el principal factor de la reducción del rendimiento en cerca de 8,5 millones de toneladas de soja que no podrán ser cosechadas este año en los departamentos de Itapúa y San Pedro. El bajo rendimiento que dejado los efectos de la naturaleza se siente más en las variedades de siembra temprana.
Aquellos productores que hayan hecho la siembra al principio y tal vez un poco antes del inicio de la campaña de soja 2022-2023, pueden ver que el rendimiento no llegó a ser suficiente, no obstante aquellos que ya se prepararon después de iniciado el periodo, llegaron a tener mejores condiciones.
Las lluvias influyeron bastante para que esto ocurra, mientras se daban sitios con precipitaciones que daban para aumentar la humedad del suelo, otros sitios se notaba la falta de agua, afectando el correcto crecimiento de las plantas y prácticamente llevarlas a la falta de rendimiento y por ende al fracaso en lo que se esperaba de las parcelas.
Ya para las siguientes siembras, que se realizaron de manera tardía, la suerte fue diferente, puesto que se encontraron con las lluvias de diciembre y enero, quienes dejaron los suelos con los niveles no óptimos pero si bastante buenos de humedad. Para llegar al nivel óptimo tenía que presentarse episodios parejos de lluvias, pero como cayeron de forma puntual, hay zonas menos y más beneficiadas.
César Jure, quien se encuentra al frente de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), comentó a la radio estatal que este años vamos a estar en condiciones de mover de vuelta la economía del país con un buen volumen de soja.
“Yo creo que la cosecha total podría ser de la zafra principal de 8,5 millones de toneladas y a la zafriña lleguemos a 9 millones”, dijo el gremialista.
Ya para el mes de febrero, según los cálculos climáticos, las precipitaciones en suelo paraguayo podrían incluso superar los rangos medios normales. Este dato entusiasma con miras al cierre de la campaña de soja 2022-2023.