Ya en su último informe el Banco Central de Paraguay (BCP) confirmó que el 2022 concluyó con una inflación mayor que la estimada. Para algunos expertos, la satisfacción país pasa por el sentir de la mayoría que mide su calidad vida por lo que tiene en la heladera, algún resto en el bolsillo y el obligado apoyo que recibe del Estado en salud, educación, obras viales, apoyo rural y el ambiente favorable para las inversiones que generan fuente de trabajo.
Los números estadísticos en Paraguay indican que de cada cinco ciudadanos, dos están en la línea de la pobreza. Incluso las mediciones hablan que hay familias que pasan hambre, que resulta inadmisible en un país que exporta alimentos. Dentro de una política de Estado sensible, esa realidad de gente sin alimento diario movería a la reflexión sobre que algo no funciona.
La pobreza desafía al Gobierno que asumirá en el 2023. Tal vez, lo primero que pueda hacer es potenciar esa agricultura familiar en la cual el recurso básico de la mano de obra lo aporta el grupo de la casa. El autoconsumo es buen complemento de los ingresos que puedan darse en un núcleo familiar. Retornar a la producción de poroto, locro, maíz y mandioca garantizan toda una política de Hambre Cero, como se intentó hacer en Brasil.
Los estudiosos de las democracias exitosas consideran que lo prioritario es la buena distribución del Presupuesto General de Gastos. Se espera que el nuevo Gobierno lo pueda hacer de acuerdo a las necesidades, urgencias y prioridades. La realidad paraguaya es la misma desde años, con alta carga de despilfarros y gastos a favor de quien tiene poder o para beneficio de quien grita más ante los poderes políticos.
Es crucial igualmente elevar el Producto Interno Bruto (PIB) para lo cual se debe incrementar todos los bienes y servicios finales producidos. El país sigue carente de una política justa en materia de tributos. Solo una parte de la población tributa. Más que alzar impuestos, el objetivo es ampliar la masa de aportantes al Estado. El tributo bien administrado es la base para elevar el nivel de servicio en salud, educación y las obras públicas.
El sector privado, en alto porcentaje, espera previsibilidad de parte del Gobierno. Lo dicen por medio de las organizaciones, FEPRINCO y UIP. Los inversores quieren que haya menos burocracia para la instalación de nuevas fuentes laborales, el combate al contrabando y el castigo a la competencia desleal. La ciudadanía, por los reclamos en redes, pide algún monitoreo sobre los precios que rigen en los puestos de ventas, en los supermercados, preferentemente.
Todo año nuevo llega con su carga de esperanza. Ese pensar positivo debe ayudar a generar el ambiente para que Paraguay pase de la democracia política, sólo con rituales de elecciones de cada tanto, a la democracia exitosa. Por los números de inflación que reconoció el propio BCP y la pobreza que se mantiene, es necesario que en este 2023, la economía tenga más protagonismo, que lo debe permitir la conducción política que será electa en abril próximo.