Paraguay aparece como uno de los países sudamericanos más convenientes para visitar y hasta para emigrar. Eso es desde la mirada global. Sin embargo, desde la posición de quienes ganan el salario mínimo, y más aún para los que no tienen ingresos, sólo el costo de la canasta familiar resulta todo un desafío diario.
De hecho, la nación guaraní es vulnerable a los vaivenes mundiales. Esa realidad es imposible de eludir. Sin embargo, hay factores que se entrelazan internamente y golpean sobre manera al sector medio bajo. La mirada de una ama de casa de un barrio asunceno dentro de un supermercado y los mismos precios de algunos productos, tal vez, digan mucho o igual que los especialistas en economía.
El sector que trabajó sin problemas durante la pandemia y gana mucho dinero a costa de los consumidores son los supermercadistas. Aunque cueste tomar éste punto, hay que decir que los precios de los productos argentinos tienen el doble de valor en los comercios locales. Pagando todo el impuesto correspondiente, no se compadece el precio de venta con el costo de origen.
Por más que pueda resultar tóxico, hay que decir que buena parte de los contrabando que llegan de la Argentina son propiciados por empresas y personas ligadas a los super. Además es poco el aporte de la Secretaria de Defensa del Consumidor y Usuario (SEDECO) en proteger la canasta básica familiar.
Los agricultores se quejan de los bajos precios que reciben por sus productos que, por momentos y días, están en contraste con los precios ofertados en los puestos de ventas. Encima la agricultura familiar está casi abandonada: Falta mayor acompañamiento de inversión, aliento, capacitación, hasta de crédito y tierra. Este es un factor que trae como consecuencia la migración masiva del campo a la ciudad, donde no hay trabajo para la gente que llega del interior.
El Gobierno lanzó una serie de medidas para paliar la situación hasta reforzar los planes sociales. Sin embargo, si no hace su deber en el control del contrabando, que encima elude al fisco, es poca la ayuda para el grupo más necesitado, pues quienes están en ese ambiente ilegal terminan ganando porcentajes indebidos a costa de los consumidores de la población media baja. El ingreso de mercadería a costo muy inferior que luego se comercializa al doble, es una estafa contra el mismo corazón de la población.
Sin dar más vueltas, no hay compasión, menos sensibilidad, de los dueños de super con la gente. Igualmente el abuso en los precios, más aún cuando los ítems comercializados son de contrabando y hay mucho contraste entre el valor que se paga al agricultor con el precio de sus productos en el mercado comercial, puede considerarse un robo, al menos en sociedades que valoran a su población.
Lamentablemente, las perspectivas no son alentadoras. El impacto de la crisis mundial seguirá afectando la economía local y no se avizoran planes ni propuestas para contener sus efectos. Estamos con un gobierno que está de salida, cuyas figuras ya están más preocupadas por sus inmunidades e impunidades para el próximo periodo. La posta ya quedará para el próximo gobierno.