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lunes, 25 de noviembre de 2024
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Día del masón paraguayo. Una historia de mitos y estigmatizaciones

Para leer este artículo es necesario conocer algunos vocabularios masónicos. Les dejo los más importantes para entender el resto del apartado:

Gran Logia: máxima autoridad masónica de un territorio (país o estado). Nuclea y gobierna a las distintas logias de este con tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

Grados: una Gran Logia tiene atribuciones sobre los tres primeros grados de la masonería: aprendiz, compañero y maestro. Los grados posteriores, del cuatro en adelante, se denominan «filosóficos» y son administrados por distintas escuelas de perfeccionamiento (Ritos) que funcionan en paralelo a la Gran Logia, pero que no están sobre la misma.

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Gran Oriente: en otras épocas, reunión de los cuerpos que conformaban el gobierno masónico de un territorio cuando la Gran Logia lo compartía. En algunos países o estados, denominación del territorio masónico. Ejemplo: Gran Oriente de Santa Catarina.  

Supremo Consejo: máxima autoridad del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con 33 grados. Este cuerpo es totalmente independiente de una Gran Logia. Es lateral a la misma y no está por encima.

Ahora vayamos a los hechos. La masonería llegó a Paraguay de manos de las fuerzas aliadas que ocuparon Asunción, en 1869, durante la Guerra de la Triple Alianza. Desde hace décadas, generaciones de iniciados vienen repitiendo mitos sobre supuestas logias clandestinas que funcionaron en época de Carlos Antonio López. La primera logia instalada data de mayo de 1869, organizada por militares del ejército brasilero, la Logia Fe. A partir de esta, fueron apareciendo otras que sirvieron para iniciar a decenas de paraguayos. El hito definitivo de este periodo fue la redacción de la Constitución Nacional de 1870. Cuando los brasileros se fueron de Paraguay, en junio de 1876, casi todos los talleres abatieron columnas y desapareció el primitivo Supremo Consejo Grado 33 del Paraguay.

Con la migración extranjera y el repunte económico de la década de 1880, los paraguayos comenzaron a buscar los caminos para organizar nuevamente logias en territorio nacional. Así llegó el Gran Oriente del Uruguay, que fue responsable del levantamiento de columnas de las logias Aurora del Paraguay y Sol Naciente, que fueron las pioneras en la segunda etapa de la masonería paraguaya.

En 1894, en medio de una crisis entre algunos talleres, comenzó a constituirse el Gran Oriente del Paraguay. En enero de 1896, la masonería paraguaya se independizó efectivamente de la uruguaya para caminar sola en la regularidad masónica.

 La primera etapa de la masonería nacional fue pública. Era normal encontrar en los periódicos las convocatorias a las reuniones de logias; ya sea para tenidas ordinarias, iniciaciones, aumentos de grados, festejos y tenidas blancas. Los masones salían a las calles, con sus vestuarios, paramentos y estandartes a festejar fechas patrias.

La comunidad sabía quiénes eran masones. En esas primeras décadas de esplendor, desde 1887, la Orden fue la promotora de asociaciones benéficas que ayudaron a paliar la difícil situación del país; sin olvidar el aporte en importantes hitos, como la fundación del Colegio Nacional, la Biblioteca Nacional, la instalación de la Universidad Nacional, el Registro Civil, el matrimonio civil y la laicización de la enseñanza pública.

Las primeras décadas del siglo XX fueron de franca rebelión contra la Iglesia católica, que le había declarado la guerra a la masonería con la carta pastoral del monseñor Juan Sinforiano Bogarín en el año 1895. La cúpula de la Iglesia debió observar impasible como proliferaron medios de prensa y manifestaciones anticlericales, acompañados por sectores de los partidos tradicionales y de simpatizantes del anarquismo y de la izquierda.

La segunda generación de masones paraguayos fue parte de la llamada Generación Intelectual de 1923, un grupo de jóvenes que irrumpió ese año en los medios de prensa, especialmente en El Diario y en El Liberal. Entre ellos había periodistas y poetas. En El Diario se destacaron tres jóvenes que poco tiempo después fueron iniciados: Justo Pastor Benítez, Pablo Max Insfrán y Facundo Recalde. El Diario era dirigido por el masón Eliseo Da Rosa, cuyo nombre quedó ligado a aquel movimiento cultural, el más fervoroso e idealista que se registró en el siglo XX.

Mientras esa nueva generación de masones estaba creciendo intelectual y culturalmente, el Gran Oriente del Paraguay sufrió una transformación necesaria y fundamental. Desde 1894, la Gran Logia Simbólica sólo era el poder legislativo de la orden masónica en Paraguay, mientras el ejecutivo estaba en manos del Supremo Consejo Grado 33. Por este motivo, el Gran Oriente del Paraguay debió reorganizarse para el gobierno general de los talleres masónicos.

El 13 de mayo de 1923, la Gran Logia Simbólica del Paraguay sustituyó al Gran Oriente del Paraguay como autoridad rectora del Simbolismo en los tres primeros grados de la masonería (aprendiz, compañero y maestro), ya con la plenitud de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Entonces, la actual Gran Logia es el mismo Gran Oriente del Paraguay, como entidad de derecho masónico reconfigurado como suprema autoridad de la Masonería Simbólica regular dentro del territorio de su jurisdicción, por sucesión ininterrumpida de Grandes Maestrías. En el mismo acto fue electo el primer Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica del Paraguay propiamente. Las votaciones fueron favorables a José Marsal, famoso constructor de la época.

Un hecho vino a cambiar el tablero político, económico y social de la época; la victoria de la revolución bolchevique en Rusia. Ante un enemigo común, temido al extremo, el Partido Liberal y el Partido Colorado, ambos de doctrina liberal, unieron fuerzas con la Iglesia católica volviéndose definitivamente conservadores.

A lo anteriormente mencionado, hay que agregar la proliferación de congregaciones e instituciones educativas católicas que con el tiempo alejaron a sectores de la clase media alta que en el pasado adherían a la masonería. Hijos de connotados masones, educados en colegios privados católicos, se convirtieron en fervientes detractores de la masonería. Esta combinación, sumada al discurso nacionalista de la década de 1930, dejó a la masonería nacional prácticamente inerte. A pesar de los servicios prestados en la Guerra del Chaco, la masonería paraguaya ya no sería la misma.

La hegemonía de la Iglesia católica se dio en medio de años de inestabilidad, cuartelazos, revoluciones y dictaduras, que redujeron el número y ámbito de acción de los masones. Luego de la fatídica Revolución de 1947, la masonería nacional quedó reducida a su mínima expresión. Si no fuera por la decidida reacción de varios veteranos de guerra iniciados, probablemente las logias nacionales hubieran entrado en un profundo sueño.   

Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, las potencias masónicas se recuperaron lentamente, llegando a su nuevo brillo a finales de la década de 1970, con la instalación de nuevas logias en diferentes puntos del país. Todo el arduo trabajo de décadas quedó en espera por una disputa entre la Gran Logia Simbólica del Paraguay y el Supremo Consejo Grado 33 que culminó abruptamente con un cisma en 1996. 

A pesar del crecimiento exponencial de la orden desde la década de 1990, la calidad estaba lejos de aquellos grandes masones de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Las eternas rencillas, los egos y la utilización de la orden para beneficios personales, hicieron eclosión en una disputa aún mayor entre las dos Potencias masónicas a fines del año 2005.

Respetando tu forma de pensar, especialmente si sos masón, no está bien y tampoco es legal, masónicamente hablando, que una instancia profana se involucre en problemas que son masónicos. Todos tenemos miradas diferentes respecto a los hechos que concluyeron con el cisma de 2005, pero la Orden debía estar por encima de los egos y la Constitución Masónica debe ser la única que rija a los masones. Así lo entendieron claramente las principales potencias masónicas mundiales.

El tronco histórico que inició el Gran Oriente del Paraguay como entidad masónica en 1894, lo continuó la Gran Logia Simbólica del Paraguay para el Simbolismo desde 1923. El linaje ininterrumpido se oficializó de Gran Maestro a Gran Maestro con la entrega del mallete, símbolo del poder masónico. En la actualidad es heredero de ese linaje el Gran Maestro José Miguel Fernández Zacur.

Hay una realidad repetida que debo mencionar: históricamente, los miembros del Supremo Consejo Grado 33 creyeron estar por encima de la Gran Logia Simbólica del Paraguay. Por varios pasajes de la historia, la soberanía de esta no fue respetada. El Supremo Consejo trató de influenciar o imponer condiciones propias utilizando, contra todo principio masónico, la concesión de grados para despertar la vanidad de los hermanos y establecer mayorías artificiosas en los organismos de la Gran Logia.

Si las rencillas personales no fueron suficientes, desde la década de 1990 comenzaron a iniciarse masivamente elementos que lejos están de los principios de la Orden, convirtiendo a la masonería nacional en un club social o peor, en un espacio de negociados y tráfico de influencias. No quiero ser injusto, se ve en toda la región el mismo cáncer. Pero no quiero quedar en el dicho «mal de muchos, consuelo de tontos».

¿Hay esperanzas? Las hay. La Gran Logia Simbólica del Paraguay, desde hace años, viene realizando una excelente labor en la formación de sus cuadros. A esto se suma la ampliación edilicia, la generación de una importante red de beneficencia y el fortalecimiento de los cuerpos paramasónicos como el Club Shriners del Paraguay, los Widows Sons y las órdenes DeMolay y Arcoíris.

Hoy, las logias de la obediencia llegan a varias ciudades del Paraguay, donde masones son referentes de sus comunidades. Si a la buena selección de los interesados a ingresar a la Orden se suma una adecuada formación, en algunas décadas más podría darse nuevamente una revolución masónica positiva, con logros a favor de la masonería y del país.

Ojalá que esta fecha, 13 de mayo, Día del Masón paraguayo, sirva para que los miembros de la antiguamente tan respetable fraternidad razonen sobre su situación y recuperaran su antiguo prestigio.

Apertura de puertas

Para festejar, la Masonería regular paraguaya te invita a visitar el Palacio Masónico (RI 2 Ytororó esquina Benigno Ferreira). Se abrirán todos los templos del edificio para conocer más sobre la masonería y su influencia en el Paraguay. El espacio tiene integrado un museo interactivo. Habrá sorpresas durante el evento. Los horarios son: 17, 18, 19 y 20 horas, es decir, cuatro turnos de una hora. Los visitantes deben llegar por lo menos 10 minutos antes de cada horario.

La entrada es libre y gratuita.