Por Pedro García Garozzo
El diario LA TRIBUNA contó en sus redacciones con verdaderos próceres de la comunicación.. Hoy quiero recordar a uno de ellos: Néstor Romero Valdovinos, un SEÑOR con Mayúsculas. Fue mi primer jefe y con el ejemplo nos enseñó normas y hábitos que valoré mucho más con el correr del tiempo. Era tal el aprecio que todos le tributábamos, que uno de los compañeros (Francisco Ocampos Bogado, el popular “Sonny” por su gran parecido físico con el peso pesado de la época, Sonny Liston), popularizó el mote que sin distinción, utilizamos cuando a él nos dirigíamos: Súper Jefe.
Cito solo una de sus enseñanzas: “Lean todo lo que puedan, desde el Quijote hasta el almanaque Bristol (la más elemental de las publicaciones de la época en tamaño, páginas y contenido). Néstor incluso me enseñó a apreciar uno de mis manjares gastronómicos que hasta hoy disfruto, cuando hizo costumbre compartir (de su generoso bolsillo) una rica picada de quesos cortaditos acompañados de palitos y rosquitas, para matizar el trabajo.
La Junta Municipal honró su memoria dando su nombre a una calle de la ciudad que perpetuó con sus versos en “Tardes Asuncenas”. Antes de conocerlo personalmente, aprendí a valorar su estatura moral, de labios de mi padre con quien compartió los orígenes de Corporación Deportiva Fénix.
En aquella primera época no solo éramos redactores de LA TRIBUNA sino también de LA TRIBU (un periódico mural en el que aparecían hilarantes publicaciones como ésta (inspiración de Néstor, al llegar a su mesa una foto capturada de sorpresa por uno de nuestros grandes reporteros gráficos de aquella época (pudo ser Palau, Vera, Martínez o tal vez el inefable Chocolate Paredes).
Así describió la gráfica el increíble Nestor:
“Para aquel que no lo sabe
Este es López y meando,
Junto al coche de Fernando,
Para extraños Cazenave
–
El tipo peló la llave
Con la mano no enguantada
Y se largó una meada
Repleta de gonococo
–
Y por si esto fuera poco,
Despues que la sacudió,
Tuvo un pálpito bien loco,
Y al 1011 le jugó”
–
La foto después de una de las incontables trasnochadas post-redacción, mostraba a Ramón López (periodista de Locales) en una de las raras gélidas noches asuncenas de entonces, super abrigado, abrigado hasta el cuello e incluso enguantado pero en una sola mano, orinando al lado del viejo Renault del único que tenía auto entre la «perrada» de aquel tiempo, otro maestrazo, Fernando Cazenave.
Vivi el momento en el que uno de los fotógrafos (lamentablemente no recuerdo quien) le entregó el precioso material a Nestor. Aprecie su ancha sonrisa seguida de un tecleo incesante con dos dedos y su satisfacción de ver la obra consumada al arrancar el papel de la maquina de escribir y entregarla a uno de los muchachos con la frase que trasuntaba esa inmensa humildad y sencillez que invadía su noble espirtu exclamando “aqui va un pequeño aporte para LA TRIBU”.
El 1011 era el numero de la chapa del Renault de Fernando Cazenave, con el que hasta el techo repleto, después de los largos “terceros tiempos de bohemia” que a veces terminaban incluso con la irrupción del alba, nos llevaba a cada uno a nuestras casas)