Por: Paulo Guzmäo, desde Brasilia.
Los impactos de los últimos días en la campaña del candidato a la reelección, Jair Bolsonaro, aparecieron en las dos últimas encuestas publicadas por los principales medios de Brasil.
El presidente no sólo dejó de reducir la diferencia para Lula, sino que vio a su oponente ampliar, dentro del margen de error, la distancia, alcanzando en uno de ellos ocho puntos porcentuales en votos válidos (cuando se excluyen los blancos o los nulos).
El cuartel bolsonarista acusó el golpe. El ministro de Comunicaciones de Brasil, Fabio Farias, brindó una conferencia de prensa en la que denunció que una auditoría independiente realizada por la coalición que apoya a Bolsonaro había identificado un número de inserciones de propaganda electoral gratuita en las estaciones de radio propresidente muy inferior al del candidato Lula. (en la segunda vuelta, el tiempo de elección libre, así como las llamadas inserciones durante las jornadas deben ser repartidas equitativamente entre los candidatos).
Incluso habló de 156 mil inserciones menos en las radios del Nordeste. Faria afirmó que habría remitido la denuncia al Tribunal Superior Electoral, calificando el caso como una maniobra fraudulenta.
Pocas horas después, el presidente del TSE, Alexandre de Moraes, difundió una nota en la que decía que las denuncias enviadas por la coalición pro-Bolsoanro carecían de cualquier prueba, salvo un documento apócrifo.
Moraes también determinó que la coalición debe presentar documentos que acrediten las graves denuncias sobre el riesgo de verlas inhabilitadas e identificar a los autores responsables de los delitos electorales.
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Para empeorar el infierno astral de Bolsonaro, las últimas encuestas aún no se han contaminado con la reacción del público a las escenas que involucran al exdiputado del PTB (y aparentemente exaliado) Roberto Jefferson.
El presidente perdió horas importantes en la recta final de las elecciones tratando de sacarse de encima el tema incómodo, tratando de explicar por qué su Ministro de Justicia fue enviado a Río de Janeiro para seguir un caso que, a todas luces, no era más que la ejecución de un arresto y negar la proximidad con Jefferson, comprobada en varias fotos que la oposición se aseguró de publicar en las redes sociales.
A cinco días de la segunda vuelta, por primera vez desde los últimos resultados de las encuestas, Bolsonaro perdió protagonismo.
La pregunta ahora es si podrá recuperarla para tratar de revertir una diferencia que se mantiene estable y más que significativa, o iniciará, como acusan sus opositores, un proceso de ataque no solo a la justicia electoral, sino a la propia democracia brasileña.