Por: Paulo Guzmäo, desde Brasilia.
Una bomba, o mejor dicho, dos granadas y unos tiros de fusil disparados en la ciudad de Comendador Levy Gasparian, a 150 kilómetros de Río de Janeiro, causaron más que destrozos en la campaña de reelección del presidente Bolsonaro.
Dividió a aliados de primera hora, avivó la militancia más radical del jefe del Ejecutivo brasileño y aumentó las dudas sobre quién podría votar por él y ahora teme a la radicalización, a siete días de la votación.
El exdiputado Roberto Jefferson, presidente de honor del Partido Laborista Brasileño (PTB) y aliado de primera hora del presidente Bolsonaro, fue el autor de los disparos contra agentes de la Policía Federal que acudieron a la pequeña localidad del estado de Río para hacer cumplir una orden de aprehensión contra el ex parlamentario.
El motivo de la decisión judicial fue el incumplimiento por parte de Jefferson de las medidas previstas en su arresto domiciliario, decretado en enero de este año, luego de que el diputado fuera imputado por delitos contra el Estado de derecho.
Bajo las reglas de prisión preventiva, Jefferson no podía recibir visitas que no fueran familiares, dar entrevistas o expresarse políticamente. Hizo todo eso y se excedió. El viernes, el dirigente del PTB difundió en sus redes sociales ataques violentos contra la ministra del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia, a quien llegó a llamar prostituta.
En el pasado, Jefferson ya se había expresado más allá de la razón cuando salió a defender la invasión de la Corte Suprema por parte de los aliados de Bolsonaro. Ni la prisión calmó al exparlamentario.
El domingo por la mañana, en cumplimiento de la orden de otro ministro del STF, Alexandre de Moraes, agentes de la Policía Federal acudieron al pueblito donde vive Jefferson para hacer efectiva una orden de prisión preventiva ante el incumplimiento de las medidas previstas en arresto domiciliario.
En ese momento, Jefferson grabó un video para sus redes sociales, en el que advirtió que reaccionaría a la orden de arresto. Y lo hizo disparando dos granadas y varios tiros a los agentes. Dos de ellos resultaron levemente heridos.
A partir de ahí fueron ocho horas de negociación, lo que llamó la atención de los analistas acostumbrados a ver a los policías mucho menos pacientes en situaciones similares.
Las conversaciones involucraron incluso a la figura casi folclórica del Padre Kelmon, candidato presidencial por el PTB, quien acudió a la casa de Jefferson para mediar en su rendición.
El autodenominado sacerdote, que dice ser miembro de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Perú, fue la columna vertebral de Bolsonaro en los debates presidenciales de la primera vuelta electoral, provocando a los opositores del presidente y apoyándolo en los cuestionamientos.
Le correspondía a Kelmon entregar a la policía las armas utilizadas por Jefferson en su intento de resistirse al arresto, lo cual está completamente fuera de los lineamientos en un caso similar ya que, al manipular las armas, Kelmon interfirió en la escena del crimen.
Reacción en cadena
Desde el viernes (21), los ataques de Jefferson ya habían provocado varias notas de repudio por parte de representantes de magistrados, del Colegio de Abogados de Brasil, de políticos y de otras instituciones.
Incluso entre los aliados del presidente Bolsonaro, hubo vergüenza con el tono del PTEBista. Pero su reacción a la orden de arresto impactó en la campaña de Bolsonaro, quien corrió a desmarcarse del entonces aliado, llamándolo incluso delincuente en una publicación también para redes sociales.
Es posible que la actitud de Jefferson ni siquiera cause efecto entre los bolsonaristas radicales (grupos incluso fueron a la casa del congresista para expresar su apoyo antes de que fuera arrestado).
El problema es que para tumbar la diferencia de más de 6 millones de votos que tenía Bolsonaro frente Lula en el primer turno no basta solamente una burbuja. Hay que ganar votos entre los indecisos y estos, al parecer, no son tan adeptos al radicalismo como los expresados por el exdiputado.
Los simpatizantes de Lula, además de expresar rápidamente su solidaridad con la ministra Carmen, también se apresuraron a brindar apoyo a los policías afectados. Una categoría que, por cierto, es la base de apoyo de Bolsonaro.
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“O Povo na TV” (La gente en la TV)
Jefferson comenzó su carrera como abogado, pero ganó notoriedad en la década de 1980, cuando participó en un programa de estilo popular llamado, “O Povo Na TV”, donde interpretó al defensor del pueblo, siempre al lado de los más humildes y animando a la policía a actuar con más severidad, frente a lo marginal. Tuvo suerte de que los agentes que lo arrestaron probablemente no hayan visto el programa.
Las elecciones presidenciales entran en la recta final con crecientes signos de intolerancia y radicalismo. Pero con una posible ironía del destino. En 2018, fue una puñalada que ayudó significativamente a Bolsonaro a ser elegido. En 2022, podrían ser tiros los que acaben con su reelección.
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