El presidente de Brasil, Luiz Inácio «Lula» Da Silva aún está molesto por la falta de acuerdo con Paraguay en las negociaciones sobre la tarifa de energía eléctrica de Itaipú. Ahora amenaza con romper el acuerdo que exige a Brasil comprar el excedente energético de Paraguay, según publica el medio brasileño Folha de Sao Paulo.
La rescisión de este acuerdo comercial se señala como una medida drástica, sin precedentes en la relación entre los socios, al borde de un incidente diplomático que también afectaría la economía paraguaya. El artículo fue escrito por la periodista Catia Seabra, que sin embargo, no reproduce en ninguna parte las expresiones de Lula.
El artículo señala que en medio de la disputa entre los dos socios de Itaipu Binacional por el valor de la tarifa, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (PT) amenaza con rescindir el acuerdo que obliga a Brasil a comprar la energía eléctrica que no es consumida por los paraguayos.
«Según el Tratado de Itaipu, cada país tiene derecho al 50% de la energía generada por la hidroeléctrica. Sin embargo, los paraguayos nunca han alcanzado esa cuota, consumiendo actualmente alrededor del 17% del total producido», señala la publicación.
EL ACUERDO
En abril de 1973, Brasil asumió el compromiso de comprar toda la energía excedente de Paraguay como forma de garantizar la viabilidad financiera del proyecto. Este compromiso brasileño no está expresado en el cuerpo del Tratado que estableció la empresa binacional. Pero en un documento adjunto, la «nota reversal número cinco», que hoy es sujeta a revisión.
El tratado reconoce a ambos países el derecho de adquirir lo que no es utilizado por el otro socio comercial. En el tratado, Brasil y Paraguay también se comprometen a adquirir toda la potencia instalada de la planta. Pero el texto no define cómo se llevará a cabo esa compra.
En este momento de divergencia sobre el valor de la tarifa, las autoridades brasileñas estudian utilizar un instrumento legal para «denunciar» el acuerdo, es decir, informar a Paraguay que pretenden romperlo, dice el artículo de la periodista.
A LA CORTE INTERNACIONAL
Agrega el artículo que en ese caso, Paraguay podría recurrir a una corte internacional. La rescisión de este acuerdo comercial se señala como una medida drástica, sin precedentes en la relación entre los socios, al borde de un incidente diplomático que también afectaría la economía paraguaya.
En 2022, por ejemplo, Paraguay consumió su 17% de la energía generada por la planta. Brasil compró el 33% restante de la cuota paraguaya por cerca de US$ 1 mil millones. Según la publicación ese año Brasil pago otros US$ 218 millones a Paraguay por la adquisición de la energía que se produjo por encima de lo previsto. «La venta de energía es crucial para la economía paraguaya, que aboga por un aumento del precio», sostiene la periodista.
Las autoridades brasileñas argumentan que la tarifa debe mantenerse más baja después de que se haya completado el pago de la deuda por la construcción de la planta, lo cual ocurrió a fines de 2023.
El gobierno brasileño defiende mantener el nivel de US$ 16,71 por kW. Por otro lado, Paraguay reclama alrededor de US$ 22 por kW. Cada dólar representa ingresos adicionales de más de US$ 136 millones para la estatal, a compartir entre los dos países.
LA PRESIÓN PARAGUAYA
Como medida de presión, la administración de Santiago Peña se negó a firmar un acuerdo que permitiría el funcionamiento administrativo de Itaipu hasta que se alcanzara un consenso sobre la tarifa, según reveló la Folha.
Tradicionalmente, las direcciones de ambas partes de Itaipu, la brasileña y la paraguaya, celebran un instrumento llamado «procedimiento provisional» para evitar la paralización de las actividades mientras no se define el precio de la energía.
«Esta vez, los socios paraguayos se negaron a respaldar el procedimiento. Como resultado, proveedores y empleados no recibieron pago. Según aliados, Lula se mostró molesto con la suspensión de pagos, incluyendo vacaciones y parte del aguinaldo. Los empleados reciben su salario el día 25, y la Justicia del Trabajo ordenó el pago», dice en otra parte el escrito.
LA DISCUSIÓN DEL MOMENTO
El director general brasileño de Itaipu, el ex diputado Enio Verri, niega que esta sea una represalia brasileña al boicot paraguayo. «Esto es una agenda importante para discutir en el Anexo C», afirmó. Esta estrategia, sin embargo, divide incluso a los miembros del gobierno de Lula.
Mientras que algunos afirman que sería más ventajoso comprar energía en el mercado libre a un precio más bajo, hay quienes defienden la continuación del acuerdo con los paraguayos, recordando que los términos del Tratado de Itaipu garantizan un suministro continuo de energía sin contratiempos.
También afirman que la tarifa de Itaipu tendría poco impacto en la cuenta de luz del país, ya que representa alrededor del 8% del mercado brasileño.
Sin embargo, el pasdo lunes 15, después de una tensa reunión con el presidente de Paraguay, Santiago Peña, Lula había afirmado que es necesario tener una «discusión profunda» sobre este fragmento del tratado entre los países.
Según miembros del gobierno, no hay registros de que esta carta-compromiso, firmada durante el régimen militar, haya pasado por el Congreso Nacional brasileño.
LOS EXPERTOS ESTÁN DIVIDIDOS
El tema divide a los expertos en el sector energético. Angela Gomes, directora técnica de PSR Energy Consulting and Analytics, afirma que el tratado da preferencia a ambos países para la adquisición de energía. Pero no está clara la obligación de compra por parte de Brasil.
Ella también sostiene que la sobreoferta estructural de energía y el margen de expansión del sector dan a Brasil poder de negociación con los paraguayos. «Creo que Brasil tiene poder de negociación en este momento para discutir este precio y no aceptar las condiciones paraguayas», afirmó la experta.
En opinión de Thais Prandini, socia directora de E.smart Consulting, un cambio en los términos del acuerdo requeriría una negociación entre los dos países. Aunque afirme que no hay fundamento para el aumento de la tarifa propuesto por Paraguay, destaca que la ruptura de un acuerdo estratégico podría tener consecuencias políticas y no sería recomendable renunciar a la energía producida por Itaipu. «Causaría un desgaste entre los dos países y queremos seguir siendo amigos», afirmó.