SÁHARA MARROQUÍ (XII)

IGNACIO MARTINEZ

No todo es infraestructura, industria, agricultura, comercio internacional y desarrollo dirigidos para el bien común en un país. Pues también hay un importante valor agregado, que es la calidad de la gente.

Sobre lo último, los marroquíes tienen mucho en común con el pueblo paraguayo. La diferencia está en que ellos tiene una política de Estado. En Paraguay, lastimosamente, eso sigue siendo una deuda de la democracia iniciada en 1989.

Los marroquíes son personas con una facilidad para la alegría. Durante el Raid Tanja Lagouira estoy compartiendo con marroquíes que viven en otras partes del mundo, con los nacidos acá y que en mayoría trabajan en las grandes ciudades (Marrakech, Rabat, Casa Blanca, Tánger, entre otros), pero todos, con naturalidad y facilidad, ríen, cantan y bailan con los habitantes de la zona Sur (Sáhara marroquí), sin diferencia alguna.

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Es emotivo comprobar como hay unidad de acción y sensibilidad a la hora se hacer un baile o cantar lo autóctono. Es cuestión que alguien empiece para que se sumen simpatizantes a la danza y seguir el ritmo de la canción. Es inteligente esa actitud de entender que es difícil oponerse a la globalidad, pero es mucho más de valor cuando se asumen raíces para defender lo nacional ante el avance de lo internacional.

Creo que Paraguay, en ese aspecto, debe sentir el mismo orgullo por lo que tiene como esencia nacional. Para empezar tiene un dulce idioma propio (El Guaraní), unas músicas divinas (La Polca y la Guaranía), su bebida única (El terere), una valiente historia (Guerra de la Triple Alianza), la rica gastronomía propia, sólo por citar algunos hechos que ya son parte de una identidad paraguaya.

Tanto Marruecos como Paraguay pasaron por momentos de mucha violencia, que empezaron con la colonización. En el caso paraguayo, al genocidio que significó que tres naciones vecinas hayan buscado el exterminio se sumó la guerra con Bolivia. Sin embargo, nuestro país jamás declaró la guerra a nadie, en todo caso portó las armas (incluyendo a nuestras mujeres y niños) para la defensa.

También Marruecos es, definitivamente, pacifista. La parte Sur del Sáhara marroquí lo recuperó del yugo español de manera pacífica, cuando 350 mil marroquíes marcharon en noviembre de 1975. Hoy sigue recibiendo el acoso del Frente Polisario, alentado por Argelia, aún así espera pacientemente que se haga justicia por medio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Gracias al creatividad de Omar El Alaoui, presidente de la Asociación ACCIÓN NORTE SUR y vicepresidente del Consejo Regional de Dajla Oued Eddahab, estuvimos en la plaza pública de Laayoune para recordar aquélla Marcha Verde, y ratificar el valor de la paz. Sólo para que quede claro a mis amigos lectores de La Tribuna, añado que la organización que dirige Omar El Alaoui es una entidad privada.

Para afirmar el título de esta nota número 12, reitero la semejanza entre marroquíes y paraguayos. La diferencia, aunque duela hay que decirlo, ellos tienen una política de Estado. Su gobierno sabe lo que quiere, toma decisiones (por más que pueda doler) y su obsesión es el desarrollo/país.

No es que no existan dificultades, solo que como sociedad en su conjunto, tanto gobernantes como gobernados, saben el valor de la estabilidad. Éste último es algo que debemos empezar a construir, con hechos y obras que beneficien a la Nación guaraní. Es un déficit que tenemos en la República del Paraguay.