La revisión del Anexo C del Tratado de Itaipu representa una oportunidad crucial para Paraguay. No cabe duda de que la posibilidad de redireccionar el tratado, lograr equidad y garantizar la soberanía energética es un sueño largamente anhelado. Sin embargo, la posibilidad de recibir un mayor caudal de energía eléctrica sería un paso fundamental hacia la concreción del sueño de la industrialización del país. Esta es otra meta que podría derivar de la renegociación que se encuentra en puertas.
La energía eléctrica es un pilar esencial para el desarrollo industrial, y una mayor cuota permitiría a Paraguay ampliar su capacidad productiva. Esto no solo generaría empleo, sino también impulsaría el crecimiento económico y la diversificación de la economía, reduciendo la dependencia de sectores tradicionales.
La renegociación es una oportunidad para asegurar condiciones más justas y beneficiosas para Paraguay, garantizando tarifas competitivas y una mayor autonomía en la gestión de su energía. Estas condiciones igualitarias se extenderían no solo respecto a Brasil, sino también entre los propios productores nacionales. A su vez, esto fortalecería la posición del país en el mercado internacional.
Un mayor caudal eléctrico promovería la inversión en infraestructura, facilitando el acceso a energía limpia y sostenible, alineando a Paraguay con los objetivos ambientales globales. La renegociación es un camino hacia el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida de los paraguayos, todo lo cual podría lograrse a corto o mediano plazo, teniendo en cuenta que en breve desembarcarán en nuestro país una docena de inversores estadounidenses.
La renegociación del Anexo C deberá ser planteada por nuestros representantes también desde el punto de vista del impulso de la industrialización de Paraguay, buscando diversificar la economía y promover el desarrollo sostenible de todos los ciudadanos. Es una oportunidad única que debe aprovecharse al máximo para construir un futuro más próspero y autónomo para el país.
