La decadencia moral en la política paraguaya es un triste reflejo de la pérdida de valores en la esfera pública. Los debates que deberían abordar problemas cruciales se desvían hacia cuestiones triviales y el chisme político, mientras el país enfrenta problemas graves y serios, como la corrupción, la educación deficiente, la pobreza, la inseguridad y los escándalos en la administración del dinero público. Sin embargo, los políticos se enfrascan en peleas partidistas y escándalos personales.
Los últimos días nos mostraron la cara más chabacana de la política nacional. Acusaciones que involucran cuestiones personales, supuestos amoríos, respuestas para nada elegantes y el uso de lenguaje soez son la «nota de color» de los medios nacionales. La política paraguaya muestra su lado más básico y rudimentario a través de actores que se desligan de sus responsabilidades como mandatarios del pueblo para dedicar su tiempo a vivir novelas bizarras.
Incluso el tiempo que debería emplearse en debatir temas trascendentales de la lamentable situación general del país se destina a explicar las tramas novelescas de nuestros congresistas. Los ciudadanos, a través de sus impuestos, están costeando no tanto un Congreso como un reality show de alto presupuesto en términos de gasto, pero de bajo contenido.
Esta falta de seriedad en el Congreso tiene consecuencias graves para la nación. La confianza en las instituciones políticas se erosiona aún más, y el pueblo paraguayo sufre las consecuencias. Es esencial que los líderes políticos recuperen la cordura, la ética y la moral, y se enfoquen en las verdaderas necesidades del país, ya que, después de todo, para esto fueron elegidos.
Los paraguayos merecemos un gobierno serio. Los políticos deben priorizar el bienestar común por encima de los intereses personales y partidistas. No podemos mantener un Congreso que da prioridad a espectáculos circenses. La política no debe ser un teatro de distracciones, sino un motor de progreso. Es hora de que los líderes políticos paraguayos se comprometan con un cambio moral y se enfoquen en los asuntos cruciales que requieren atención y soluciones concretas y urgentes.