Desde hace muchas décadas resuena constantemente en los portales internacionales la “franja de Gaza”. Entendemos que existen arraigadas disputas en aquel territorio, sin embargo pocas veces nos encontramos con material que describa cuales son los motivos por los cuales Israel y Palestina cargan con tanto resentimiento.
La famosa Franja de Gaza se encuentra ubicada en el suroeste de Israel. Esta estrecha franja costera ha sido testigo de numerosos conflictos bélicos, así como de múltiples tragedias y del más encarnizado sufrimiento humano. Existen varios factores que alientan esta eterna guerra. Algunos factores históricos, otros políticos, así como también sociales e incluso religiosos convergen y contribuyen a la tensa situación.
Con respecto al territorio,uno de los factores principales es la disputa entre israelíes y palestinos, tenemos que ambos reclaman derechos sobre esta región. Las guerras y conflictos se intensifican desde la creación del Estado de Israel en 1948. El control israelí sobre la Franja de Gaza en 1967 había aumentado las tensiones.
Además, respecto a cuestiones económicas, la franja enfrenta serios problemas económicos y humanitarios. Israel había instaurado un bloqueo a fin de limitar la importación de bienes esenciales. También restringe la circulación de personas. Según se reclama, esta medida habría exacerbado la pobreza y el desempleo en la región, lo que a su vez ha alimentado el resentimiento y la radicalización del enemigo.
En cuanto a la cuestión política, la fractura entre Fatah y Hamás ha llevado a la creación de dos gobiernos palestinos. Uno de ellos se ubica en Cisjordania y otro en Gaza. Esta división ha debilitado la capacidad de los palestinos para negociar una solución conjunta con Israel y ha contribuido a la inestabilidad en Gaza. Palestina misma se encuentra dividida, por lo que es aún mas complejo pretender asumir posiciones pacíficas y unificadas. También entre las motivaciones de ésta índole debemos citar la evidente ausencia total de soluciones políticas duraderas. Los esfuerzos para resolver los conflictos han sido ineficaces, ya que no existe un proceso de paz definitivo y solo se han aplicado pequeños parches para tan profunda herida. Debemos reconocer también que ambas partes se han mostrado renuentes a asumir un compromiso, lo cual nos lleva a la perpetuación del conflicto.
Entre las causas no podemos desconocer los intereses internacionales existentes. Los Estados Unidos y otros países occidentales apoyan a Israel, mientras que Irán y grupos extremistas islámicos respaldan a Hamás. Esta competencia global complica aún más el escenario. La tensión a lo largo de estas décadas se ha extendido a varios países que apoyan a uno u otro bando.
Por otro lado, existe un ciclo de violencia y vendettas sin fin. Ambos actores siguen un patrón de ataques y venganzas en bucle interminable. Cada incidente nuevo alimenta la animosidad y perpetúa la confrontación, tal cual ha ocurrido desde el sábado, cuando ante el ataque de Hamás, Israel ha iniciado un proceso de represalia que el propio gobierno ha denominado “guerra”.
Una de las dimensiones que a menudo se pasa por alto es la influencia de la religión. Las causas políticas, económicas y territoriales son innegables, sin embargo no se puede desconocer el fuerte trasfondo religioso de estas guerras. La Franja de Gaza es un crisol de religiones y culturas; las dos principales comunidades involucradas en el conflicto, judíos y musulmanes, tienen conexiones religiosas profundas con la región. Desde el principio ha existido una fuerte disputa sobre lugares considerados sagrados, como Jerusalén, y la creencia en la conexión divina con la tierra han contribuido a la tensión religiosa.
La guerra sin fin está profundamente arraigada en la historia del planeta. Tal vez esta nueva crisis permita lograr una solución definitiva. Un acuerdo de paz sostenible sería lo ideal. Será esencial abordar las causas que originan las tensiones a fin de abordar un trabajo que permita finalmente una paz duradera que garantice la seguridad y la prosperidad de todos los habitantes de la región. Para esto será necesario un compromiso de las partes involucradas, pero además el apoyo desinteresado de toda la comunidad internacional.