Hoy celebramos la juventud, una época que mezcla en un torbellino las más profundas pasiones, emociones, esperanzas y fuerzas humanas. Para un joven, nada es imposible; el joven es invencible.
La juventud paraguaya ha desempeñado un papel protagónico a lo largo de la historia de Paraguay, demostrando la bravura de su espíritu indomable. Estos hitos de valentía y compromiso con la nación han forjado, además de la identidad del joven paraguayo, el curso de la historia de nuestra nación. Desde los días de la Guerra de la Triple Alianza, pasando por la Guerra del Chaco, la lucha por la democracia, el Marzo Paraguayo y otras tantas revueltas, los jóvenes paraguayos han demostrado su capacidad para liderar y moldear el destino de nuestro país.
Como menciona el Padre Marcelino Noutz en su deliciosa oda patriótica, el clarín de la batalla ha llamado varias veces a los jóvenes a cumplir con el gran deber, y siempre han sido sus pechos los que han defendido las afrentas contra Paraguay. Hoy, además de la defensa de la nación mediante aquellos honrosos actos de heroísmo de guerra, también se requiere de los jóvenes el ejercicio del heroísmo en tiempos de paz: el patriotismo. Para esto, debemos seguir formando a nuestros jóvenes, ya que son los guardianes del futuro de nuestra patria.
La situación actual de nuestros jóvenes plantea desafíos trascendentales. Muchos todavía enfrentan dificultades económicas, tienen acceso limitado a la educación de calidad y carecen de oportunidades laborales suficientes. La falta de inversión en programas de desarrollo juvenil y la falta de representación adecuada en la política son preocupaciones legítimas que deben abordarse para garantizar un futuro más brillante para Paraguay. Debe ser una prioridad brindar oportunidades a todos nuestros jóvenes por igual: acceso a educación, trabajo y todas las herramientas necesarias para el desarrollo integral. Este esfuerzo compete a todos, incluidos los propios jóvenes.
Reconocer la importancia de la juventud para nuestro futuro es indispensable. Son ellos quienes llevarán adelante la responsabilidad de construir una sociedad más justa, democrática y próspera. Urge fomentar su participación activa en la política y la sociedad civil, brindándoles un espacio para expresar sus opiniones y contribuir a la toma de decisiones. Las demostraciones de capacidad han sobrado a lo largo de la historia. La pujanza es indiscutible. Podemos forjar un futuro impecable y seguro, pero de la mano de los jóvenes, quienes solo requieren las herramientas necesarias; lo demás está en su espíritu, su fuerza, en el ADN del joven paraguayo. ¡Salud, Juventud Paraguaya!