No es novedad la nefasta administración del sistema de salud por parte del anterior gobierno. Hoy, la herencia de precariedad, pobreza y deficiencias se hace más visible que nunca. Hablar de la situación del IPS ya parecería innecesario; su lamentable situación nos abruma todos los días. Por su parte, el INCAN sufrió la inundación de cuatro quirófanos, y en algunos de ellos incluso se estaban realizando intervenciones quirúrgicas en ese momento. Se trata nada menos que del Hospital Nacional de Cáncer, una de las especialidades más sensibles de la salud, sin lugar a duda.
El Ministerio de Salud ha ordenado una investigación a fin de determinar responsabilidades, y esperamos que los resultados sean contundentes y se actúe en consecuencia. Hoy, también se suma el paro de la UNA y el Hospital de Clínicas. Funcionarios administrativos y docentes exigen nivelación salarial, y esto no parece injusto. En estos tiempos difíciles en los que el acceso a una educación de calidad y una atención médica adecuada son derechos fundamentales, es inaceptable que los trabajadores de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y el Hospital de Clínicas de Paraguay se vean obligados a tomar medidas drásticas para exigir lo que les corresponde: una nivelación salarial justa.
Esta protesta, que ha paralizado importantes instituciones académicas y hospitalarias en el país, es un símbolo de la profunda herencia de olvido y desatención en el sector salud durante el mandato del expresidente Mario Abdo Benítez.
El paro es una manifestación de la frustración acumulada por años de promesas incumplidas y falta de acción para resolver los problemas salariales de los docentes y trabajadores del sector. Hablamos de sectores claves para el desarrollo de cualquier nación, y la falta de inversión y reconocimiento a estos profesionales compromete directamente el futuro de Paraguay.
Los educadores merecen un salario digno que refleje su dedicación y contribución a la formación de las generaciones futuras. Nos preguntamos dónde estuvieron las autoridades ministeriales los últimos años. Hoy, la desidia en el manejo del presupuesto nos lleva a forzar el reagendamiento de 1.700 pacientes.
El paraguayo que requiere atención a su salud por parte del Estado se ve relegado en su calidad de ciudadano porque las autoridades han decidido que hay otras cuestiones más importantes a las que destinaron el dinero. La prioridad de inversión parecería sencilla de determinar: salud, educación, trabajo. Sin embargo, las anteriores autoridades no lo han considerado así.
El paro en el Hospital de Clínicas destaca una vez más la negligencia crónica en el sistema de salud. Los trabajadores estuvieron en la primera línea de la pandemia de COVID-19, arriesgando sus vidas para cuidar a los pacientes, mientras enfrentan condiciones laborales precarias y salarios insuficientes.
Esta lucha no es solo por la justicia salarial, sino también por la dignificación de una profesión vital para el bienestar de la sociedad. Es momento de invertir en salud y dejar de lado gastos superfluos. La falta de inversión en infraestructura hospitalaria, la escasez de insumos médicos y la mala gestión han llevado a nuestro país a la realidad que vivimos. Esta vez ya no hay margen de error. El gobierno deberá enmendar los errores heredados sin excusas; nuestra salud no puede esperar un día más.