Ahora que deja el poder, Abdo Benítez debe rendir cuentas. Más aún cuando se pasó promocionando la política global de los Estados Unidos, que exige el juzganiento de los actos politicos. En caso de aplazo por mala gestión o hechos de corrupción, que son innumerables, Marito debe someterse a la investigación fiscal y al veredicto de la Justicia paraguaya.
Toda democracia encuadrada dentro de un Estado de Derecho, y si hay coincidencia en la búsqueda de lo mejor para la sociedad, opera por la vía institucional en pro de la rendición de cuentas. En ese sentido, el primero que debe hacerlo es la persona que ocupó el máximo cargo de la República; que manejó el poder desde el Ejecutivo.
Desde hoy, Abdo Benitez vuelve a ser un ciudadano común, tal vez con el privilegio de ser un ex presidente. Eso más que blindaje lo deja en condición de responder por sus actos de Gobierno. Es justamente lo que vino a promocionar el coordinador Anticorrupción de EE.UU., Richard Nephew, quien estuvo en octubre pasado por el país.
Sabemos que Abdo Benitez tiembla ante el desafío de la rendición de cuentas. Ya por eso, en su momento, peleó por tener su propio fiscal general del Estado, por lo que obligó a algunos de sus leales a presentarse como candidato. Lo cierto es que sus postulantes no llegaron, como Carlos Arregui, René Fernández, Mónica Seifart y Cecilia Pérez, riñones en ese tiempo del presidente de la República.
Obviamente, sus deseos de un fiscal propio tuvo la oposición de un sector de la prensa. En nuestra edición de la fecha, citamos varios casos de corrupción bajo el gobierno de Abdo Benitez, siendo el poder político que convirtió al Paraguay ante el mundo como una nación narco. No negoció el Anexo C de Yacyretá ni dejó un borrador sobre la renegociación del Anexo C de Itaipú. O sea, jugó para Argentina y Brasil, para no llamarlo, como le llegaron a calificar, «vende patria». Ya con el tiempo veremos qué habrá de pasar con las carpetas fiscales.
El poco éxito de la democracia paraguaya, por no decir el fracaso del espacio de libertad, pasa por la ausencia de la rendición de cuentas. En ese sentido, el primero que debe someterse al control formal y ciudadano es el primer gobernante. Una buena investigación fiscal y jueces probos es el combo para hacer justicia con un final que puede resultar el presidente presidiario. Solo es cuestión de tiempo y de una Justicia que, con hechos, pueda mostrar su independencia real y absoluta de la clase política.