Un nuevo informe conocido ratifica lo que en su momento ya había adelantado Washington Post. Es sobre lazos del Polisario con Irán y Hezbolá.
La realidad obliga a las naciones democráticas y pacíficas a reaccionar con hechos ante el foco de mayor violencia que se cierne sobre la plataforma global.
La sociedad previsora está en su momento de comprender que un seguro de paz para contrarrestar más expansión terrorista son los consulados en las provinciales del Sur de Marruecos.
Una postura que desde hace cinco años se viene indagando en el libro Una Mirada Latinoamérica sobre el Sáhara Marroquí.
Un pensamiento estratégico que igualmente tiene Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, como un modo más para frenar el avance de los grupos terroristas.
En lo que concierne a esta parte de nuestro continente, Latinoamérica debe dejar de privilegiar la mera ideología, que por más legítima que sea, y que por puro fanatismo, termine siendo cómplice de la violencia.
Así como lo está pensando Washington, Paraguay y los demás países latinos deben estar diplomática y políticamente en Dajla y declarar al polisario como afin a los grupos terroristas.
Hay que saber leer y comprender que ya en los primeros días de la guerra entre Israel y Hamás, Irán había lanzado una amenaza sí Israel no cedía en Gaza. Palabras más y palabras menos, Teherán apuntó que cerraría el Estrecho de Gibraltar, el paso marítimo que separa África de Europa y conecta el Mediterráneo con el Atlántico.
Para muchos, la advertencia parecía vacía. Es que se asumía, casi ingenuamente, que era algo imposible ya que Irán ni ninguno de sus aliados conocidos tenían presencia militar cerca del estrecho como para lograrlo.
Sin embargo, un nuevo informe de The Washington Post sobre Hezbolá revela un detalle a tener en cuenta: Irán entrenó a combatientes del Frente Polisario. Éste es un grupo militante con base en Argelia que lucha, erróneamente, por la presunta independencia del Sáhara Occidental de Marruecos, y donde cientos de sus combatientes están ahora detenidos por las nuevas fuerzas sirias.
Los severos observadores conocen que Irán suele depender de Hezbolá para entrenar a sus otras fuerzas aliadas. Es lógico pensar entonces que la presencia del Polisario en Siria, luchando a favor del derrocado régimen de Bashar al-Assad respaldado por Teherán, muestra la sinergia entre el Polisaria e iraníes. Es una lógica con una base de mucha razón.
En medio del temor que se detalla está un antecedente alentador. En 2020, Estados Unidos ya reconoció el Sáhara Occidental como territorio marroquí, rechazando la aspiración secesionista del Polisario.
Lo que se espera es que tal declaración sea reafirmada por el consulado en Dajla. Personalmente tengo el convencimiento que el gobierno de Trump lo hará en corto o mediano tiempo.
Una merecida justicia que se espera tenga un mismo trato en los países de Latinoamérica, y del gobierno de Santiago Peña, en especial.
Las notas sucedidas The Washington Post vienen a dar autenticidad a lo que ya en 2018 Marruecos había señalado. En ese tiempo responsabilizó a Teherán de proporcionar apoyo financiero y logístico al grupo a través de Hezbolá.
Por aquel suceso, donde hubo hasta acusación de envió de misiles SAM9, SAM11 y Strela al Polisario con la connivencia de la embajada iraní en Argelia, el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, cortó relaciones diplomáticas con Teherán.
Otro hecho de relevancia ocurrió en 2022. Esa vez, un representante del Frente Polisario afirmó que Irán les suministraría drones kamikaze.
Unas semanas después, el representante marroquí ante la ONU presentó imágenes que confirmaban que Irán y Hezbolá habían proporcionado al Polisario «armas avanzadas, incluidos drones iraníes».
Luego circularon videos en redes sociales que simulaban un ataque del Polisario contra Marruecos con drones.
En el citado libro Una Mirada Latinoamérica sobre el Sáhara Marroquí se explica en más de una página que Argelia financia al Frente Polisario.
Un respaldo que se consuma en todo apoyo logistico, que incluye hasta armas y pasaportes. De hecho, sus miembros (Muchos de ellos en situación de cautivos) y sus liderazgos operan desde los campos de refugiados de Tinduf, cerca de su frontera con Marruecos.
El mismo Consejo de Seguridad de la ONU sabe que Polisario tiene el respaldo del régimen argelino, que lo utiliza para ejercer presión sobre Marruecos.
Los vínculos del grupo con organizaciones extremistas son profundos. Es bueno recordar que Adnan Abu al-Walid al-Sahrawi, notorio yihadista y exemir del Estado Islámico en el Sahel, ocupó un alto cargo en el Polisario.
Fue abatido por fuerzas francesas en Malí en 2021. Su historia revela cómo Tinduf se convirtió en un caldo de cultivo para grupos extremistas y un centro de reclutamiento yihadista transfronterizo para Al Qaeda en el Magreb Islámico y el Estado Islámico.
Como una forma de blindaje contra el terrorismo y la mejor manera para recordar, este 2025, los 50 años de la Marcha Verde (noviembre de 1975), es abriendo consulado en Dajla.
Estoy seguro que la administración Trump, sabiamente y por seguidad mundial, lo hará en breve. El consulado estadounidense en las provincias del sur reforzará el compromiso de EE.UU. con la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Así también evitará más brazo largo de las redes yihadistas en África, que amenazan los intereses estadounidenses y la estabilidad regional, que incluye Europa.Latinoamérica no debe quedar atrás.
Debe asumir un compromiso real con la paz mundial. Paraguay, por su lado, tiene que tener una visión más integral, donde el comercio nacional puede sacar mucho provecho por medio del gran puerto de Dajla, usando el Atlántico, pero para ello debe saber mover sus fichas diplomáticas y su agudeza política.
El Sáhara Marroquí no es sólo es el candado para la paz sino el canal de negocio para nuestro país y demás naciones del mundo.
Escribe: IGNACIO MARTÍNEZ Autor del libro una Mirada Latinoamérica sobre el Sáhara Marroquí