La temida raza de caracol gigante, africano comenzó a tomar la zona de Presidente Franco, Alto Paraná y su presencia encendió las alarmas entre científicos y autoridades debido a la peligrosidad del molusco, Investigadores del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (CEMIT), dependiente de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Los expertos confirmaron, a través de un estudio parasitológico publicado en una revista internacional, la presencia de la especie Achatina fulica en dicha localidad del departamento esteño.
Esta fue la primera indagación formal realizada en Paraguay sobre esta peligrosa especie de moluscos invasores, cuyos antecedentes en otros países revelaron efectos devastadores sobre los ecosistemas nativos, la agricultura y además de la salud humana y animal.
El equipo científico, liderado por la investigadora Griselda Meza Ocampos, reconocida por el Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT, recolectó cincuenta ejemplares vivos en diversos barrios de Presidente Franco, zona limítrofe con Foz de Iguazú (Brasil) y Puerto Iguazú (Argentina).
La elección no fue casual: las constantes denuncias ciudadanas y reportes mediáticos locales sobre la aparición de estos moluscos impulsaron la investigación en la zona.
El caracol africano es una peligrosa especie que acarrea parásitos
Los resultados no tardaron en llegar: en los análisis practicados sobre las heces, el moco y los tejidos internos de los ejemplares, se hallaron indicios parasitarios en el 93 % de ellos.
Los investigadores observaron huevos, larvas y quistes en los excrementos, así como en el tejido pulmonar de varios individuos. Los parásitos más frecuentes fueron del tipo Strongylid y Ascaris, ambos con capacidad de generar enfermedades en seres humanos y animales domésticos.
La concentración de parásitos fue mayor en los ejemplares de mayor tamaño, lo que sugiere una población ya instalada y en franco proceso de expansión.
Esta característica eleva el nivel de alerta, ya que su propagación podría acelerarse sin un control riguroso y sostenido.
Su presencia en Alto Paraná es un riesgo a la salud pública
Además de los efectos ecológicos, sanitarios y agrícolas, el estudio subrayó un riesgo específico para la salud pública.
La Achatina fulica puede ser hospedadora de parásitos como el Angiostrongylus cantonensis, causante de meningitis eosinofílica en humanos, y el Aelurostrongylus abstrusus, que compromete el sistema respiratorio de gatos.
La transmisión puede darse por contacto directo o indirecto, especialmente al ingerir frutas o verduras contaminadas por las secreciones o restos del caracol.
El peligro se vuelve latente en contextos urbanos donde estos moluscos encuentran las condiciones óptimas para reproducirse: vegetación, residuos sólidos, alta humedad y presencia de aguas negras.
Como si fuera poco, las conchas vacías de caracoles muertos representan otro problema sanitario.
Estas pueden acumular agua de lluvia y convertirse en criaderos improvisados de mosquitos, propiciando la proliferación de enfermedades como dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla. En un entorno ya vulnerable ante las enfermedades vectoriales, esta consecuencia indirecta multiplica los frentes de intervención necesarios.
Evitar tocar al caracol
Frente a este panorama, los especialistas llamaron a la población a colaborar evitando el contacto directo con los moluscos, documentando su presencia mediante fotografías y realizando las denuncias correspondientes. La advertencia no es menor.
La expansión de este invasor, adaptado a vivir en ambientes urbanos con abundante basura y vegetación, puede complicar los esfuerzos de las autoridades si no se actúa con prontitud y coordinación.
El estudio reveló la existencia de una amenaza compleja, insidiosa y en pleno avance. El caracol gigante africano ya se encuentra en Paraguay, y su permanencia no puede ni debe tomarse a la ligera.
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