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lunes, 14 de abril de 2025
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El norte afrontó el mayor retroceso de la cosecha de soja

El ministro de Agricultura y Ganadería, Carlos Giménez, relativizó la magnitud del impacto económico anunciado por la Unión de Gremios de la Producción (UGP) de la cosecha de soja, que estimó una pérdida de 600 millones de dólares por una baja en la producción de la oleaginosa.

En diálogo con la 730 AM, el secretario de Estado se mostró reticente a validar dicha cifra y sostuvo que la situación, si bien adversa en algunas zonas como el norte del país, no reflejaba un escenario de pérdida total ni colapso productivo.

Zonas con producción comprometidas

Giménez afirmó que las zonas más comprometidas por la pérdida en la cosecha de soja fueron San Pedro, Canindeyú, parte de Caaguazú y Caazapá, donde los rendimientos apenas alcanzaron los 1.100 a 1.200 kilogramos por hectárea, muy por debajo del umbral mínimo de 2.000 kilos necesario para cubrir los costos de producción.

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Sin embargo, explicó que otras regiones del centro y sur del país registraron resultados más alentadores, lo que produjo una suerte de compensación en el promedio general.

Con esta lectura, el ministro descartó una pérdida agregada que alcance el nivel estimado por la UGP y puso énfasis en que la reducción de ingresos no puede medirse aún con precisión.

La baja productividad de soja afectará volumen de exportación

Además de la escasa lluvia, otro factor que incidió en la cosecha de soja fue la dificultad en la navegabilidad de los ríos, lo que obligó a reducir los volúmenes de carga por embarcación, elevando los costos de flete y restringiendo las oportunidades de exportación.

“Tenemos que enviar la mitad de lo que se podía mandar antes en un solo viaje”, expresó Giménez, señalando que el cuello de botella logístico también afectó la rentabilidad general del rubro.

El impacto sobre el Producto Interno Bruto también fue abordado en la conversación. Se le planteó al titular de Agricultura y Ganadería que una merma de 600 millones en ingresos podría representar una caída del 1% del PIB, afectando directamente al motor de la economía nacional: el sector agropecuario, en respuesta Giménez no negó la merma económica, prefirió no cuantificarla y reiteró que el problema más agudo no era tanto la falta de producción, sino la imposibilidad de comercializar en condiciones favorables debido a factores logísticos y climáticos.

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Región norte fue la más golpeada en la cosecha de soja

El ministro destacó que el norte del país fue, sin dudas, la región más golpeada, y puso especial atención en San Pedro, donde muchos productores ya arrastraban deudas impagables desde el año pasado, lo que los dejó excluidos de nuevos créditos o incluso de los beneficios transitorios ofrecidos por el Banco Central del Paraguay.

“Algunos ya están fuera del circuito financiero”, advirtió, y explicó que el Ministerio trató de asistirlos con insumos y recomendaciones para diversificar cultivos, aunque la soja sigue siendo un cultivo de alto costo y riesgo, particularmente para los medianos y pequeños productores.

En ese sentido, Giménez reconoció que la agricultura extensiva, como la de soja, demanda un capital inicial elevado, lo que la hace más vulnerable ante fenómenos climáticos como la sequía.

Agricultura familiar más barata

Por el contrario, en la agricultura familiar, donde los costos de producción son más bajos, las pérdidas no son tan drásticas, aunque sí muy sensibles en lo social.

El alto funcionario del Ejecutivo, también se refirió a la necesidad de inversiones en sistemas de riego. Aseguró que Paraguay dispone de recursos hídricos suficientes, pero que la falta de infraestructura impide aprovechar el agua de manera eficiente.

Citó como ejemplo el uso de reservorios en el Chaco, que podría replicarse en otras zonas del país. “Hay que capturar el agua cuando llega”, insistió, indicando que el Estado está promoviendo el riego para cultivos como la alfalfa, que ofrecen un flujo de ingresos más continuo para las familias rurales.

Finalmente, el ministro defendió la labor del gobierno en el acompañamiento al sector productivo y aseguró que los esfuerzos están enfocados en enfrentar los desafíos estructurales, como el acceso a crédito, la diversificación de rubros y la adaptación al cambio climático. “No podemos controlar la sequía, pero sí podemos preparar mejor a nuestros productores”, concluyó.

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