Las elecciones presidenciales fueron el 30 de abril pasado. La asunción al cargo del electo mandatario será el próximo 15 de agosto. Es decir, entre ambas fechas hay más de 100 días de un limbo o andar a tientas del país o vacío de poder. Un tiempo largo en el que se tiene un pato cojo, por un lado, y un ganador que no tiene aún vela en el entierro, en el otro extremo.
Uno de los males en Paraguay es convivir en errores calcados que cuestan caro. Uno de esos males es la larga distancia entre los comicios en que se elige un nuevo gobernante y la fecha en que el ganador debe tomar el mando. En ese tiempo, siempre, se habló de un Equipo de Transición, que nunca dejó provecho palpable para la población en general.
Ojalá que la designación de Trapani, Huttemann, Alderete y Lea no sea nuevamente uno de esos casos repetidos e inservibles. Estamos insistiendo en el tema porque esperamos, esta vez, que las cosas sean mejores y útiles que las anteriores. Es que se sabe que hacer lo mismo dará un resultado ya conocido.
Sabemos que hay un mandato constitucional de por medio. Pero eso no puede ser excusa para que no se intente un cogobierno confiable entre el actual presidente y el electo recientemente. Eso de armar un Equipo de Transición solo para aplacar la ansiedad pública o ganar algún espacio en la prensa, además de que podría ser una nueva farsa, es tomar el pelo a los que confiaron en los elegidos para el período 2023/2028, si es que se persiste en los errores.
Paraguay tiene derecho a exigir nuevas conductas políticas. Eso tiene que darse ya con el llamado Equipo de Transición, que debe hacer mucho más que ser meros interlocutores de papeles. Esperar el 15 de agosto para que quien asuma el Gobierno se queje por la caja vacía que le dejaron será un despropósito. Igualmente, una absoluta irresponsabilidad, tanto de Abdo Benítez como de Santiago Peña.
La Tribuna prefiere caer en la equivocación y luego lamentarse sobre los hechos consumados. La República requiere de nuevos modelos de gestión, que ya tienen que vislumbrarse ahora. Será muy doloroso permitir la vida pública en este limbo, que el país ande a tientas o, lo peor, haya en la práctica un vacío de poder hasta el próximo 15 de agosto. Eso será triste, lamentable y doloroso.