En agosto del presente año, nuestro país se prepara para un nuevo gobierno, pero a medida que observamos el panorama político en Latinoamérica, surge la preocupación por la fragilidad de la democracia en la región.
A lo largo de los últimos años, varios países han experimentado crisis políticas y sociales que han afectado seriamente su estabilidad, dejando en evidencia la falta de liderazgo, el escaso consenso entre gobierno y oposición, y la incapacidad para hacer frente a la corrupción y el crimen organizado.
Una mirada sobre la situación de latinoamérica nos revela por ejemplo el caso de Perú, que se convierte en un ejemplo alarmante ya que que en tan solo cinco años ha tenido seis presidentes, de los cuales tres están actualmente en prisión. Esta sucesión de líderes y los escándalos de corrupción asociados han generado un clima de desconfianza y descontento en la población.
Ecuador es otro país que ha enfrentado desafíos significativos, donde el Congreso fue disuelto y se llamó a elecciones anticipadas debido a la falta de consenso político y a la agitación social. Esto demuestra una vez más la fragilidad de las instituciones democráticas en la región y que la falta de transparencia y la corrupción terminan socavando los liderazgos que en principio resultaban esperanzadores.
Colombia y Chile: A pesar de ser reconocidos por su estabilidad política, tanto Colombia como Chile han experimentado una enorme baja en la popularidad de sus gobiernos recientes. Esto refleja la creciente brecha entre las demandas de la sociedad y la capacidad de respuesta por parte de las autoridades.
Venezuela
La situación en Venezuela sigue siendo preocupante, ya que el país continúa sin libertad de prensa y se encuentra atrapado en un círculo represivo que afecta los derechos humanos fundamentales. Además, la persistente crisis económica y la falta de medidas efectivas para abordarla han llevado a una profunda carencia en la calidad de vida de los ciudadanos.
En nuestra vecina Bolivia, las seguidas protestas de productores son una muestra más de las tensiones sociales y la insatisfacción generalizada que se observa en varios países de la región. La incapacidad para resolver estos conflictos de manera efectiva socava la confianza en las instituciones democráticas.
Cuando Argentina estornuda Paraguay se resfría, decía un viejo aforismo. Así encontramos a nuestra vecina con una galopante inflación y la persistencia del populismo que han generado incertidumbre económica y social. La falta de políticas sólidas y consensuadas ha llevado a una creciente polarización y a una sensación de estancamiento en el progreso del país.
En México la dominación del narcotráfico es un desafío continuo para la democracia en ese país. La violencia generada por los carteles de la droga y la infiltración en las instituciones debilitan el estado de derecho y amenazan la gobernabilidad.
En Cuba, la opresión política y la persistente pobreza han caracterizado el régimen por décadas. La falta de libertades individuales y la precaria situación económica han llevado a una gran cantidad de ciudadanos a buscar oportunidades fuera del país.
En 34 años de vida democrática en Paraguay se sucedieron 9 presidentes, de los cuales Andrés Rodríguez (1989-1993), Nicanor Duarte Frutos y Mario Abdo Benítez terminaron su gobierno sin altibajos de inestabilidad. Juan Carlos Wasmosy (1993-1998) sufrió el intento de golpe del Gral. Lino César Oviedo (+), Raúl Cubas Grau (1998-1999) renunció tras la crisis del Marzo Paraguayo, Fernando Lugo (2008-2012) fue depuesto por un juicio político. El gobierno de Horacio Cartes (2013-2018) experimentó momentos de mucha tensión con el intento de enmienda constitucional.
Abdo Benítez entregará el poder habiendo tenido solamente algunos sobresaltos como la firma del “Acta Secreta de Itaipú”, que casi le significó el juicio político y la crisis de la vacuna durante la pandemia, de la que se salvó mediante una tabla de salvación que le arrojó el gobierno de los Estados Unidos y las donaciones de Taiwan.
