En la explanada de la Basílica de Caacupé, Monseñor Gabriel Escobar, obispo del Vicariato Apostólico del Chaco, dio apertura al novenario de la Virgen de Caacupé con una homilía que instó a los paraguayos a reflexionar sobre sus realidades sociales, políticas y espirituales bajo el lema «La esperanza no defrauda». La celebración, presentada por Monseñor Edmundo Valenzuela, marcó el inicio de días de intensa devoción en el corazón del Paraguay.
Escobar invitó a los fieles a centrar su mirada en la esperanza cristiana, que, según sus palabras, «nos sostiene y guía a través de todas las dificultades». Hizo un recorrido por las regiones más olvidadas del país, mencionando las preocupaciones de comunidades del Chaco, los pueblos indígenas y los migrantes paraguayos en el extranjero, destacando su compromiso de acompañar a quienes buscan sustento y mejores condiciones de vida en otros países.
Problemas sociales de nunca acabar
El obispo no solo alentó la fe, sino que también llamó la atención sobre problemas sociales persistentes. Denunció la corrupción, las desigualdades y el deterioro de los servicios básicos, como la salud pública y el transporte, que afectan la calidad de vida de los ciudadanos. Subrayó la necesidad de una educación de calidad y salud accesible para todos como pilares para superar la pobreza y el analfabetismo.
En su discurso liturgico, Escobar interpeló a las autoridades a actuar con justicia y compromiso, recordando que su misión debe ser servir al pueblo y no servirse de él. Asimismo, instó a los fieles a no quedarse en la queja, sino a tomar acciones concretas que contribuyan a construir un Paraguay más equitativo.
El mensaje del obispo resonó con fuerza en su llamado a la unidad y al compromiso social desde una perspectiva de fe. «El mal nunca tendrá la última palabra», afirmó, alentando a los devotos a levantar la cabeza y trabajar con esperanza hacia un futuro mejor.
El novenario, que prepara a los fieles para la máxima fiesta mariana nacional del próximo 8 de diciembre, busca renovar la fe y la solidaridad en tiempos de desafíos, recordando que, como cristianos y paraguayos, hay una misión colectiva que cumplir.