Enarbolando la historia: La bandera paraguaya como emblema de la independencia

La madrugada del 15 de mayo llegó, y los revolucionarios colocaron sus cañones en la plaza, apuntando directamente hacia la Casa de Gobierno. En la imagen uno de los cañones utilizado aquellas noche, que aún se conserva en el museo del Ministerio de Defensa Nacional.

En la noche-madrugada del 14 y 15 de mayo nació la patria independiente. Aquí te contamos cómo llegó la independencia y cómo evolucionó la bandera paraguaya, que identifica a la nación guaraní.

Eran tiempos turbulentos aquellos en los que el Paraguay buscaba desesperadamente liberarse del yugo español. La gesta de emancipación estaba en marcha, pero los acontecimientos se precipitaron y los planes tuvieron que adelantarse. Fue en la noche del 14 de mayo de hace 212 años cuando la semilla de la independencia comenzó a germinar.

Un golpe en la oscuridad: El nacimiento de un Paraguay libre

En la oscuridad de esa noche, un golpe estaba siendo planeado. El capitán Pedro Juan Caballero redactó una nota de intimación que llevaría el teniente Vicente Ignacio Iturbe al gobernador Bernardo de Velasco. La respuesta de Velasco fue ambigua, lo que no hizo más que aumentar la presión sobre él. La madrugada del 15 de mayo llegó, y los revolucionarios colocaron sus cañones en la plaza, apuntando directamente hacia la Casa de Gobierno.

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Fue en ese momento cuando Iturbe pronunció las palabras que pasarían a la historia: «Quince minutos os doy de tiempo, pasados los cuales obrará la artillería». Velasco, sin desear derramar sangre, aceptó la intimación, y así nació el Paraguay libre e independiente.

La Independencia trajo consigo la necesidad de un símbolo que representara a la nueva nación. Así, nacieron nuestros pabellones. El primer pabellón, de corta duración, era de color azul con una estrella blanca de seis puntas en el ángulo superior. Esta estrella simbolizaba la estrella de David, una guía en tiempos de incertidumbre. El azul representaba el manto de la Virgen Nuestra Señora de la Asunción y fue inspirado por esos colores.

Sin embargo, se dice que el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, en ocasiones, también utilizaba esta bandera. Posteriormente, se estableció un nuevo pabellón con tres colores: rojo, amarillo y azul. El rojo y el amarillo representaban a la corona española, mientras que el azul seguía simbolizando el color del manto de la Virgen. Esta bandera también llevaba el sello del Cabildo y se mantuvo en el mástil hasta el 15 de agosto de 1811.

El cambio necesario: La transformación de la bandera paraguaya

Sin embargo, los colores de España seguían recordando la opresión pasada, por lo que se decidió hacer un cambio. Se agregó el color azul para distinguirse de las banderas de las gobernaciones de Buenos Aires y Montevideo, y así nació el siguiente pabellón.

Este nuevo pabellón presentaba los colores rojo, blanco y azul, con una franja blanca más ancha que las otras dos. Se cree que estos colores estaban inspirados en el uniforme del contingente paraguayo que había defendido Buenos Aires en 1807.

Otra versión sugiere que guardaban relación con las flores que doña Juana María de Lara entregaba a los próceres de la Independencia, pero las investigaciones históricas desmintieron esta versión.

Los sellos que cuentan una historia: Identidad y economía

Fue en el año 1842, durante el consulado de Don Carlos Antonio López, cuando el pabellón definitivo vio la luz. Si bien mantenía los mismos colores, se hicieron modificaciones importantes. La nueva bandera paraguaya, mantiene las tres franjas de color rojo, blanco y azul se presentan de manera proporcional, otorgando armonía y equilibrio visual a la bandera.

Pero lo más destacado de este nuevo pabellón eran los dos sellos que lo adornaban. En su anverso, llevaba el sello nacional, representando la identidad y la unidad del Paraguay independiente. Este sello era un símbolo de orgullo para todos los ciudadanos que habían luchado y construido una nación libre.

En el reverso de la bandera se encontraba el sello de hacienda, un recordatorio de la importancia económica y financiera de la nación. Este sello reflejaba la necesidad de administrar adecuadamente los recursos y fortalecer la estabilidad económica del país.

Desde entonces, nuestro pabellón ha tenido dos caras, cada una con un significado profundo. En un lado, se encuentra la fuerza y la valentía de un pueblo que se levantó contra la opresión y conquistó su libertad. En el otro, se manifiesta el compromiso de construir una nación próspera y justa, en la que los valores de la independencia y la igualdad prevalezcan.

El 15 de julio de 2013, el presidente Federico Franco, a través de un decreto, reglamentó la bandera del Paraguay, definiendo las características y los escudos que la representarían. Desde entonces, el diseño actual se mantiene como un símbolo tangible de nuestro heroísmo y patriotismo.

La tricolor bandera ondea en nuestros cielos, recordándonos constantemente la lucha de hombres y mujeres que dieron todo por la libertad de su tierra. Es un emblema de unidad y de la voluntad de un pueblo que se enfrentó a desafíos insuperables para construir una nación independiente.

Un legado vivo: La bandera paraguaya como símbolo de lucha y progreso

A lo largo de los años, la bandera ha sido testigo de momentos de gloria y de dificultades, pero siempre ha permanecido en alto, inspirando a las generaciones venideras a mantener vivo el espíritu de la independencia y a luchar por un futuro mejor.

Hoy, cuando conmemoramos 212 años de la Independencia de nuestro amado Paraguay, alzamos nuestros ojos hacia nuestra bandera y renovamos nuestro compromiso de seguir construyendo una nación fuerte, justa y próspera. En cada pliegue de la bandera se encuentran las historias de aquellos que nos precedieron, y es nuestro deber honrar su legado y llevar adelante su visión de un Paraguay independiente y libre.

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