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viernes, 22 de noviembre de 2024
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La culpa recae en la actual dirigencia del PLRA, el Frente Guasu y Patria Querida

El enorme perdedor político de las elecciones fue el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). El fracaso fue liderado por su propio candidato, Efraín Alegre. La otra derrotada fue de la llamada izquierda paraguaya. Otro gran fiasco en estos comicios fue el Partido Patria Querida.

Si los principales dirigentes de estas organizaciones políticas tienen algún sentido de dignidad, deberían renunciar y permitir que nuevos líderes llenen el vacío que han dejado en estas elecciones presidenciales.

Una democracia no puede funcionar sin una oposición seria, sensata, pujante, desarrollista y confiable. Estas elecciones demostraron que en Paraguay no existe una oposición que cumpla con estas características.

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La victoria del Partido Colorado fue aplastante. Alguien que se base en las matemáticas puede argumentar que la suma de los votos de la oposición fue mayor que la del Partido Colorado. Pero el pragmatismo nos dice que sólo una dirigencia egocéntrica y ciega no habría podido unirse detrás de un solo candidato y unificar sus fuerzas en una coalición. El candidato de la coalición, en este caso, no tenía apoyo incluso dentro de su propio partido.

La llamada Concertación Nacional incluyó a muchos partidos y movimientos de nombres llamativos, pero a la hora de la verdad, no son más que pequeños grupos (cupulitas) que han sido parte del problema del país durante años.

El Partido Liberal ha estado apostando por una figura incapaz de liderar una fusión real para sumar más votos que los colorados, durante los últimos 15 años, y en lugar de proponer soluciones ha contribuido a la creciente agresividad en el país.

Hay que ver si hoy el PLRA aún es la primera fuerza opositora, pues fue parte de la Concertación Nacional, donde cada uno de sus integrantes habrán aportado partecita de sus votos. En cambio, Paraguayo Cubas, con su movimiento Cruzada Nacional, actuó solo y logró 700 mil votos. Esto ya es parte de la estadística. Lo cierto es que los liberales pusieron en riesgo su posición como segundo partido más importante después del Partido Colorado, y con Alegre, han sufrido tres derrotas consecutivas.

La izquierda se ha dividido, en parte gracias a Alegre. Nunca han logrado ir más allá de lo que representa Lugo, quien tampoco ha podido mantenerse en el Senado.

La llamada izquierda paraguaya necesita una reorientación. En la actualidad, carece de capacidad de análisis, autocrítica y liderazgo moderno, lo que la hace parecer más muerta que viva, en un país lleno de partidos de derecha, donde dos de cada cinco personas viven en la pobreza.

Patria Querida está pagando por la arrogancia de algunos de sus dirigentes. Incluso llegaron a creer que tendrían el Ministerio del Interior a su cargo, un grave error para un grupo que se presentó como diferente, pero que terminó jugando infantilmente con la falacia del decreto imaginario y absurdo de Alegre. Si ayer entregaron su espacio en Asunción, hoy lo han entregado a nivel nacional.

Desde La Tribuna, nos reafirmamos en que sin una oposición seria, constructiva y visionaria, no habrá democracia exitosa. Es importante tener en cuenta que nos referimos a una oposición seria, constructiva y visionaria. Tampoco cabe la anarquía ni la locura de la violencia.

Una mirada desapasionada nos permitirá ver que las elecciones presidenciales del 30 de abril dejaron en evidencia la falta de una verdadera oposición. Únicamente coexisten varias agrupaciones cerradas, que no llegan al pueblo, y que buscan el aplauso fácil mediante el populismo y el show mediático. Hablamos de una «oposición» que nunca ha hecho oposición, y para ilustrar este punto, basta con observar cómo se han comportado con el gobierno de Abdo Benítez.