Ganó Santiago Peña. Así indican los datos extraoficiales del TREP de la Justicia Electoral. Ya esperando que los resultados sean oficializados por la máxima instancia electoral, es justo destacar la nueva demostración de madurez cívica del pueblo paraguayo.
Justamente esa admirable conducta ciudadana, comprometida con la democracia, legítima el triunfo del ganador. La alta participación concede autoridad a Peña para gobernar con liderazgo propio, coraje y una decisión genuina a favor de la gran mayoría.
Esa legitimidad, igualmente, es un enorme peso de responsabilidad para que, como nuevo gobierno, desde agosto próximo, entienda que el poder conferido es para gestionar lo mejor de lo mejor para el Paraguay. Él tiene condiciones para que así sea y la Nación guaraní tiene un potencial que debe ser bien explotado.
Peña y el Partido Colorado deben asumir que dicha legitimidad no es una carta blanca de vigencia permanente. Hay una población pobre que precisa atención del Estado. Paraguay es un país maravilloso. La ANR, que mostró una fortaleza para reponerse a varios factores en contra, debe ayudar y permitir a Santigo Peña que gobierne sin inconveniente alguno.
Una situación vívida, y que en el futuro puede quedar como lección, es que a una mayoría no le gusta la violencia, la campaña del odio y aquel proyecto que se haga con encono. Parte de la oposición abusó de eso y hoy tiene el castigo de esa ciudadanía que busca la concordia y la paz, en medio de la diferencia que pueda haber.
Desde La Tribuna optamos por la esperanza de días mejores para la República. Eso tiene que empezar a darse desde agosto próximo. El pueblo habló. De manera contundente eligió a Santiago Peña. En democracia, los resultados deben respetarse y felicitar a los dos ganadores: Santiago Peña y el Partido Colorado, que tienen la legitimidad de una sociedad que participó con su voto.
