En un mundo impredecible, el Banco Central del Paraguay pronóstica una inflación que se mantiene en 5% para finales del 2023. Incluso ya anuncia que en el 2024 será 4,0. Además de contradecir lo que gasta la familia común en los supermercados y la clase media con los combustibles, es hasta desconsiderado lo que sostiene el BCP al saberse que lo único previsible en la sociedad actual es la imprevisibilidad.
Los expertos en economía de la entidad bancaria, para los próximos 8 meses, estiman una inflación de 4,5% y para el horizonte de política monetaria (entre 18 y 24 meses), la expectativa de inflación es de 4,0%. De acuerdo a la banca matriz, para el mes en curso, la mediana de las expectativas de inflación mensual es 0,3%, inferior tanto a la registrada en el mismo mes del año pasado (0,5%) como a la del mes anterior (0,4%).
Sin ánimo de ofensa, sino tratando de jugar el partido claro a favor del grupo social más amplio del país; los consumidores, parecen livianos los informes que cada tanto eleva el BCP a la población, usando casi como aval a los medios de prensa. Creemos que sin necesidad de exigir algún estudio económico, es humano también tener en cuenta la opinión y hasta la sensación de quienes deben hacer frente al consumo de la canasta familiar.
La sociedad mundial vive actualmente un ritmo donde la característica es lo impredecible. Hay guerras que modifican los calculos iniciales, pretender además mantener expectativas estando de por medio fenómenos climáticos o decir un año antes, peor aún, dos años antes, cómo irá la producción agrícola, ya no parece serio acorde al ritmo con que hoy cambia el panorama.
Teniendo en frente dos fotografías, por un lado, los datos del BCP, y, por otro lado, el alza de precios que afirman los compradores, entonces es razonable tener presente ambas campanas. Tomar sólo como válido lo que afirma el BCP, porque sus estadísticas lo hacen sus técnicos, y desoír el clamor de los consumidores, porque ellos no saben de cálculos económicos, no suena muy razonable.
Lo concreto es que el mundo, actualmente, es impredecible. Ese ritmo de sorpresa permanente debe hacer reflexionar al BCP para pensar al menos en ser menos pretencioso en hacer cálculos de inflación hasta con dos años de antelación. Ningún gurú, adivino, profeta o brujo están en condiciones de saber cómo estará el costo de vida con meses y año de antelación. Con el agravante, que los datos actuales del Banco Central ya tienen el contraste de lo que sienten en el bolsillo los consumidores.