La disputa entre Estados Unidos y China por ganar influencia en la Hidrovía es una oportunidad para la República. Sólo que para sacar la ventaja que beneficie realmente a la nación se requiere de gobernantes lúcidos, creativos y patriotas, que sepan hacer valer la importancia estratégica de Paraguay en el contexto del mapa geopolítico global. Los ineptos sólo ven hasta las narices o se mueven por sus egos arrogantes.
No es poca cosa que dos potencias mundiales protagonicen una pugna por ganar espacio en el Cono Sur, y que en un lugar de preponderancia en esa discusión lo tenga nuestro país. Un estadista, fácilmente, sacará beneficios de tal coyuntura. Lastimosamente, al menos es lo que se percibe, el Gobierno actual no valora la trascendencia y termina siguiendo o aplaudiendo temas intrascendentes.
Hay países que hoy son potencias, no por su tamaño, sino porque sus líderes supieron leer y aprovechar las oportunidades. Un ejemplo, es el mismo Taiwan, una nación casi de la misma dimensión que el departamento de San Pedro, pero que supo potenciar su valor estratégico, y que se permitió ante sus aliados recibir ayudas de envergadura para crecer como país, y no conformarse con migajas o cantos de sirena, como pasa con los gobernantes nacionales.
Desde La Tribuna sostenemos que la Hidrovía representa una ocasión para que Paraguay saque provecho, en proporción justa, de lo que significa el uso de sus ríos. Esperamos que parte de la opinión pública también exija mayor madurez a la clase política, y que ésta no sólo se entretenga en cuestiones, que en términos de beneficio país, pueden resultar hasta baladíes.
No se puede perder una coyuntura tan favorable: Hablamos de una disputa geopolítica de dos potencias, por lo que Paraguay no puede ser un mero espectador, que aplaude un libreto ajeno. Sólo los miopes o mentecatos lo puede desaprovechar.
Cada vez más, la navegación por los ríos que cruzan y rodean el país tendrán su efecto en el negocio y todo tipo de actividades y acuerdos a nivel internacional. Obviamente, nadie dará lo que no se pide de forma clara, transparente y rubricados en alianzas que apuesten a los socios a ganar o ganar.
Esos pedidos de visas o pérdidas de las mismas son cuestiones personales, o en todo caso, de legítimo interés de los EE.UU, pero que – finalmente- poco o nada inciden en el desarrollo y crecimiento del Paraguay.
Esperamos que el nuevo gobierno, que asumirá en agosto, no se conforme con viajes de idas y vueltas por el mundo, sin ton ni son, o sólo busque futuros reaseguros personales y familiares, descuidando así lo prioritario para la República guaraní. Definitivamente, Estados Unidos difícilmente hoy tenga eco con el gobierno argentino, tampoco con Lula en Brasil, por lo que Paraguay es su mejor socio desde el punto vista geopolítico.