Apenas los niños volvieron a las escuelas, en todo el país saltaron las quejas de padres y docentes sobre el lamentable estado de las escuelas públicas. De hecho los mismos números del Ministerio de Educación y Ciencias hablan de la pésima situación de los locales educativos públicos.
Según datos del MEC en el país hay 8.648 instituciones educativas públicas y arrancó el año escolar con unas 12.000 aulas en mal estado. De estas, unas 200 presentan incluso riesgo de derrumbe. De hecho, de acuerdo a las publicaciones en redes sociales, se pudo ver que en algunas escuelas los niños asistieron al primer día de clase bajo carpa.
Pero siguiendo con las cifras de carencias unas 300 escuelas iniciaron las clases sin contar con energía eléctrica o servicio de agua potable. Con esta lamentable precariedad 1.200.000 niños paraguayos retornaron esta semana a las clases.
Hace 10 años, ya conscientes de estas necesidades, mediante presión ciudadana se había logrado que el 28 por ciento de los recursos que recibe el Paraguay por la venta de la energía de Itaipú al Brasil, sea destinado para los municipios y gobernaciones. Se creó así el Fondo Nacional para la Inversión Pública y el Desarrollo (Fonacide).
En estos 10 años, fueron distribuidos unos USD 770 millones, a gobernaciones y municipios. Estos recursos en la mayoría de los casos, fueron mal utilizados o directamente dilapidados por autoridades y empresarios sin escrúpulos.
Según datos de la Contraloría General de la República 9 gobernaciones y 160 municipalidades no ejecutaron ni el 30% del gasto presupuestado para almuerzo escolar, es decir aún teniendo los recursos, éstos no fueron utilizados, en una patética demostración de inutilidad.
Pero el problema de la Educación paraguaya no termina con las precariedades en infraestructura, sino que continúa con la calidad educativa. A pesar de los millonarios recursos y los anuales aumentos de salarios a los docentes, (quienes en el 2023 volverán a tener un aumento) la calidad de la educación no ha mejorado.
Según datos estadísticos el 80 por ciento de los estudiantes de 15 años no pueden resolver problemas matemáticos, un 25 por ciento está fuera del sistema educativo y solo el 25 por ciento logra ingresar a la Universidad. La formación que se recibe en los niveles secundarios y terciario tampoco llega a la excelencia, lanzando así anualmente un sinnúmero de analfabetos funcionales, que no están calificados siquiera para desempeñarse con eficiencia en el mercado laboral.
Ante todo este panorama, más que el simple plagueo de siempre, lo que corresponde es un gran pacto social para definir qué hacer con la educación en el país, en base a qué futuro queremos para las próximas generaciones de paraguayos. El desafío de las nuevas autoridades tiene que ser que dentro de cinco años, no estemos nuevamente repitiendo los mismos lamentos, por no haber hecho nada para cambiar el actual estado de cosas.