Con el asesinato por sicarios de Alexander Alvarez, suman 21 los periodistas asesinados en Paraguay en la era democrática, tres de ellos, durante el gobierno de Mario Abdo Benítez.
Alvarez producía y conducía programas en la radio Urunde’y, de Pedro Juan Caballero. En horas de la siesta, se dirigía en su vehículo a su domicilio cuando fue atacado a balazos, en el barrio Obrero de la capital del Amambay. Minutos después falleció en el Hospital Regional, a consecuencia de las heridas.
En 1991, en las calles de Pedro Juan Caballero, la mafia fronteriza acribilló al periodista Santiago Leguizamón, comenzando así una historia negra para el periodismo en la frontera. Ayer nuevamente un trabajador de prensa engrosó la lista y Amambay se convierte así en la zona más peligrosa para el ejercicio del periodismo. Desde 1991, nueve periodistas fueron asesinados en la zona.
Excepto el caso de Pablo Medina, donde los autores materiales y morales fueron identificados y condenados, todos los demás casos de crímenes contra trabajadores de prensa permanecen impunes. Algunos ni siquiera fueron investigados, y el Estado paraguayo ha sido incapaz de brindar garantías y seguridad en las zonas fronterizas, dominadas por las mafias del narcotráfico y otras actividades ilícitas.
Durante la administración de Abdo Benítez tres periodistas fueron víctimas de atentados con sicarios. El 12 de febrero del 2020 el periodista brasileño Leo Veras, quien dirigía el sitio Porã News y colaboraba con el diario ABC Color, fue asesinado por sicarios que ingresaron a su vivienda en Pedro Juan Caballero, mientras se encontraba cenando con su familia.
El 6 de septiembre de 2022, el periodista Humberto Coronel fue asesinado a tiros frente a su lugar de trabajo, la Radio Amambay. El comunicador ya había denunciado amenazas de muerte por informaciones que manejaba. No hay ningún detenido por ambos casos.
Desafortunadamente se engrosó la lista con Alexander Alvarez, durante este gobierno que nunca pudo enfrentar al crimen organizado en la frontera.
Tras cinco años en el poder, la inseguridad se convierte en la marca registrada de la administración de Mario Abdo Benítez, quien confirmando las críticas que lo señalan como “un presidente que vive en un termo”, sigue paseándose por el mundo anestesiado de la realidad que vive el Paraguay.
Así, mientras Abdo sigue haciendo turismo por Dubái y Taipéi, la mafia fronteriza se cobra una vez más la vida de un periodista, al amparo de un gobierno cómplice por su absoluta inutilidad.