El Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI) quiere una inversión de más de G. 8.500 millones para que el Ministerio de Educación capacite en alfabetización digital a más de 6.500 docentes. Ojalá no sea sólo otro plan para dilapidar dinero público. Ya resulta muy grosero lo que pasa con el fracasado Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (MITIC), que debe rendir cuentas de la millonada que manejó, más aún cuando pomposamente se presentó como institución bandera que iba a dirigir la agenda digital en Paraguay.
Parece ideal la propuesta del FEEI. Sin embargo, tal como están las cosas; un gobierno sin liderazgo ni un norte propio, todo puede resultar un sonoro eco expansivo para poner corolario a una actual administración que hizo perder tiempo y dinero. Eso decimos porque se conoce del proyecto para el cual se solicitó más de 60 millones de dólares, para el mismo Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI). La idea era interconectar 386 escuelas. ¿Cuántas escuelas fueron beneficiadas convenientemente, tal como se prometió?
Según denuncias públicas, que merecen ser aclaradas, ratificadas o desmentidas, a marzo del 2022 solo se conectaron 54 escuelas, y se ejecutó 27,3%. Hay otro proyecto denominado “Agenda Digital”, para el cual solicitó la suma de 130 millones de dólares. Esta famosa “Agenda Digital» hace años está parada. Ante tales antecedentes, más la presencia activa de un MITIC hecho fracaso, ¿cómo es posible confiar en lo nuevo que se propone, que ahora tiene la denominación de alfabetización digital?
Para La Tribuna, primero, es necesario saber qué pasó con los anteriores proyectos con financiamiento manejado por el MITIC. Es el paso lógico para luego avalar algo como lo que se quiere ahora, otra vez a costa de la educación digital. Acá las inversiones en tecnología, sí o sí deben darse, sólo que todo lo que venga de liderazgos que ya no tienen confianza y están marcados por el rotundo fiasco, ya llegan con alto manto de sospechas y dudas.
Es que no cabe en la razón acompañar planes, por más bueno que parezcan, cuando por detrás está una institución que tiene más de 200 millones de dólares, y no pasó de reuniones burócratas, cambiando uno más inútil que otro como ministro. Tampoco es saludable comprometer contrapartidas para que el nuevo equipo electo en abril próximo encuentre sobre sus hombros cosas decididas por personeros que fueron una decepción casi los cinco años que estuvieron en la administración.