Empezamos hablando claro: El contrabando que daña al Paraguay es ese bastardeo ilegal a gran escala. No lo hace doña Juana ni don Juan, con bolsones de harina y aceite sobre los hombros. Los volúmenes se hacen en cargas gigantescas. Eso productos luego se comercializan en los grandes centros comerciales. Es decir, están hasta en las cadenas de supermercados. Aquellas mercancías ilegales que en pequeños nichos están en las esquinas también son metidos al país mediante grandes capitales.
Algunos medios de comunicación dedican espacios y espacios al contrabando. Sin embargo, se observan, casi siempre, que sus ediciones dan mayor importancia a lo que llaman contrabando hormiga. Las respectivas notas, mayormente, caen sobre ciudadanos que pasan los productos irregulares para la subsistencia o buscando algún rebusque económico. Sin embargo, los peores contrabandistas son los grandes señores, que incluso están asociados en los conocidos gremios industriales y empresariales.
Hay que decir igualmente que esas mismas organizaciones no tienen las agallas para denunciar a sus asociados y solo caen en meras campañas mediáticas, que resultan insuficientes, cuando que en verdad las dirigencias conocen quienes son los que eluden al fisco. Hasta perece risible, una infantilizada o, a la postre, una complicidad cuando la ilegalidad representan enormes pérdidas para empresarios, industriales y productores.
El contrabando mata por igual a industriales y productores. Pues ingresan sin cesar al territorio nacional desde calzados, confecciones, jabones, pollos y productos frutihortícolas. No hay que ir lejos para mostrar el dolor de los pobres tomateros, quienes en puridad son los que más ponen la cara y expresan su protesta.
Concluimos de nuevo siendo bien directos: El pequeño contrabandista es solo una fábula de algunos noticieros. El contrabando es a gran escala y lo hacen los grandes empresarios. Incluso, en porcentaje, importante usando la modalidad de ingresar los productos en pequeños volúmenes de mercaderías, que luego son acopiadas en grandes depósitos para luego iniciar la distribución por los diversos canales de venta, que se inician en los mismos supermercados de la República. ¿O no?.