Con todo merecimiento (lo dijimos en su momento) en una muy dificil elección, Victor Pecci fue nombrado como el «Deportista paraguayo del Bicentenario». Resulta razonable y lógico que se aprecie y valore en nuestro medio, todo lo que hizo que fue mucho y variado. Primero como jugador, luego como entrenador, como capitán de copa Davis a la que con su decisivo impulso hizo volver a Paraguay tras medio siglo, como descubridor e impulsor del primer equipo femenino que introdujo en la Fed Cup, como coach formador y conductor de una top uno mundial junior (Rossana de los Rios) y hasta como dirigente como ministro de deportes, son merecimientos múltiples que lo proyectan más allá del mero fenómeno inicial que permitió con su casi milagroso advenimiento, transformar un deporte elitístico y cerrado en una disciplina de aceptación y difusión popular.
Pero la plusvalía que alcanza esta figura única, inconmensurable en su impacto y dimensión, al ser también reconocida, admirada y valorada en un medio tan importante como el argentino, que ya degustó las mieles de un título de copa Davis (país que a lo largo de la historia ha lanzado al firmamento tenístico incontables astros, comenzando con Guillermo Vil,as), es algo que todavía agiganta más el perfil histórico de ídolo del deporte de este verdadero arquetipo que trasciende fronteras.
Una autoridad en el mundo periodístico argentino, Sebastián Torok, autor de reconocidas obras como «El Milagro Del Potro», escribió en el diario La Nación de Buenos Aires un extenso reportaje, exclusivo para subscriptores, en el que hace toda una apología del fenómeno Pecci, lo que representó para el tenis paraguayo y lo que se proyectó al mundo como algo inusual, dificil de entender en un deporte «netamente elitista, practicado por minorías acomodadas, en clubes de la clase alta. Así se mantuvo durante décadas hasta que el fenómeno Victor Pecci sacudió todo lo conocido y se derramó por el país». Una nota brillante de la que resaltamos seguidamente apenas algunas aristas principales.
Resume en el encabezado lo que luego analiza con puntillosa profundidad: «PARAGUAY, EL MATAGIGANTES DE LA DAVIS EN EL «AMBIENTE ENVENENADO”, EL MAGNETISMO DE VICTOR PECCI Y LA SUPERFICIE PROHIBIDA DE PARQUET».
Expone como fue posible que “tras 50 años sin competir por la ensaladera, el equipo guarani vivió una época dorada en la década del 80 , con una cancha de madera y un clima popular que incomodó a las potencias” siendo Pecci el mayor responsable.
Resalta el hecho que sorprendió al mundo con los siete años de grupo mundial en la Davis, tiempo en el que Pecci fue el eje, todo «un heroe deportivo guaraní».
Enfatiza también el tiempo que Paraguay desperdició a un Pecci que antes de conseguir que Francis Gonzalez lo acompañe para jugar por la ensaladera de plata, se perdieron años preciosos en los que estando solo no podía jugar la Davis, habiendo sido «finalista de Roland Garros 1979 (derrotando a Jimmy Connors y a Guillermo Vilas antes de perder la definición con Bjorn Borg) y numero 9 del mundo un año después» y dimensiona como «popularizó el arte de las raquetas en esta porción de Sudamérica…. Antes de 1982, Pecci ya se había hecho fuerte en el circuito, ganando nueve títulos individuales. En 1976 Madrid y Berlin fueron los primeros,disputando otras diez finales, obteniendo 8 trofeos en dobles con 7 parejas distintas».
Recuerda el importante respaldo del doctor Jorge Pecci, el padre de Victor, que lo acompañó hasta los 15 años a los primeros viajes a los paises limítrofes, hasta que llegó el momento en que tuvo que irse solo a Miami y ya en su primera travesia, sin celulares, sin whats app, sin hablar aún ingles, tuvo la resiliencia que le hizo ya entonces ganar su primer gran titulo (el Orange Bowl en dobles con el argentino Guillermo Aubone).
Con lujo de detalles y riqueza de referencias históricas y apreciaciones del gran protagonista y otras figuras, el colega Torok describe paso a paso la trayectoria de Pecci y episodios claves de esta historia como cuando convenció a Francis Gonzalez de jugar por Paraguay y pudo al fin responder a la pregunta que «The New York Times» se hacia del por que el astro paraguayo era el único tenista sudamericano de su época que no jugaba la copa Davis. Puntualiza el importante papel que cumplió el circuito Marlboro de aquellos años con presencia de grandes jugadores en Paraguay y la creación del clima propicio para el regreso a la máxima competencia de naciones.
Trae tambien significativos comentarios de grandes medios de paises a los que Paraguay derrotó en la Davis, como el frances «L’Equipe» que sangró por la herida de la derrota culpando a un «clima detestable…. ambiente envenenado».
Y no podia faltar la apreciación del gran Yannick Noah vertida en el documental «Pecci, la leyenda de un campeón» «Recuerdo que Victor era Dios. Todos estaban detrás de él. Y yo solo era un tipo que vino y eran como «sal de aqui, no toques a Dios». La multitud era muy apasionada».
La nota periodistica es una verdadera película que repasa los momentos cumbres de la historia del tenis paraguayo. Y como dijo el gran maestro Daniel Lugo Llamosas, hay que conocer esta historia y saber por que «Victor Pecci, es el tenis en el Paraguay». Pa’ima he’í.