Otro hito histórico marcó el futbol de salón, el deporte más exitoso y más laureado a nivel internacional en el Paraguay. Esta vez fue en México, como antes había sido en Melbourne, Asunción y Mendoza a nivel superior, a lo que hay que sumar otras dos conquistas en categorías formativas.
Con un presupuesto bajísimo, totalmente dependiente de la autogestión, sin gozar como otros del respaldo logístico en el que abundan los ceros a la derecha a la hora de partir y se refleja en un cero redondo a la hora de volver en materia de resultados, viajó esta selección sin más ayuda que la voluntad y el valor de este formidable grupo, encabezado por un líder que suma a su histórica gestión un cuarto título mundial, el doctor Rolando Alarcón, el mismo que estaba convencido y seguro al afirmar en la arenga de despedida que «ser segundos era un fracaso». Esta última palabra, tan identificada con los mal llamados deportes mayores, no existe en el léxico salonístico. En él, al contrario es éxito el vocablo que mejor define las campañas paraguayas a nivel internacional.
Hay otra expresión, muy en boga en nuestros días, que viene como anillo al dedo al futbol de salón: la resiliencia. Esa es la virtud que a lo largo de una historia larga de injustas persecuciones, de boicots y de fallidos intentos de usurpación, viene sobrellevando esta sacrificada actividad en el ámbito internacional y extendida incluso en alguna medida, al área local.
Pese a todo, el futbol de salón sigue vivo tanto afuera como adentro, como un deporte con identidad propia. Y si bien hay que reconocer que en la escena internacional se apreció en esta cita cumbre de México, una preocupante declinación, pese a todo lo que aguantó y sigue soportando ante un gigante antagonista que quiso hacerle desparecer (FIFA que viene inoculando el virus de la división y la discordia dentro mismo de su estructura original), continua vivo enarbolando los auténticos valores que impulsaron en 1930 a Juan Carlos Ceriani a instalar en el mundo esta tan atractiva disciplina, que es sin duda, en el orden nacional, la que más intensa actividad desarrolla y a la hora de la confrontación ante terceros, es la que mejores frutos sigue cosechando. El futbol de salón mantiene enhiesto el estandarte victorioso de un país en el que gracias a él, hay razones para celebrar esta realidad: que los mal llamados deportes menores, son los que brindan los triunfos y alegrías mayores.