El fallecimiento de don Porfirio Recanate, en la fecha, ha calado hondo en los círculos en los que le cupo actuar en vida, en los que dejó la indeleble huella de una gran capacidad de trabajo y de inteligente acción.
Supo transmitir a quienes lo rodearon, esa misma mística de talento emprendedor y dinámica ejecución, que se tradujo en florecientes empresas que le sobreviven y en su gestión deportiva como atleta primero y dirigente después.
Fue siempre de un perfil muy bajo. Presto en todo momento para aportar recursos que lo necesitaban y para poner el hombro acompañando y apuntalando la función de otros que ocupaban las funciones directrices principales. El claro ejemplo fue la campaña exitosa de su club, Olimpia, detrás de su hijo Marcelo, que estuvo en el frente de batalla, contando en todo momento con su sabia orientación y sus consejos apropiados para toda circunstancia.
Fue un hombre muy metódico y ordenado, lo que aprendió en las lides del deporte, cuidando siempre de dotar a su ágil mente de un cuerpo forjado en la práctica física. Incluso prolongó su carrera de basquetbolista cuando ya los años y los crecientes requerimientos y necesidades empresariales no le permitieron actuar más en un club de primera como el Olimpia, luciendo la casaca de otra entidad a la que brindó su afecto y respaldo: el club Atlético Ciudad Nueva, cuya «sucursal» Ciudad Alta, lo contó entre sus más entusiastas cultores.