La inesperada tormenta de verano que precipitó a tierra el techo del célebre estadio Comuneros el 26 de enero de 1978 fue más que una tragedia. Los devastadores coletazos de ese meteoro fueron todavía más tormentosos y nocivos y se pueden resumir en lo que el título de este comentario indica.
El básquetbol en primer lugar pero tambien varios deportes, las artes, la industria del entretenimiento y del espectáculo, la cultura, la sociedad paraguaya toda, sufrieron las consecuencias y quedaron sin un recinto que les cobije, con un enorme lucro cesante, sin tierra propia y condenada a pagar alquileres hasta para que practiquen las selecciones nacionales absolutas y de formativas, durante casi medio siglo, sin recursos y como lógica consecuencia de todo ello, después de estar en la cumbre de América del Sur y de asistir con alto grado de competitividad a mundiales y continentales, en total orfandad de conquistas, sin títulos y con un decaimiento masivo de importantes entidades que prefirieron abandonar la disciplina del cesto después de haber sido cifras de ponderable valoración en las competencias oficiales de la CPB.
El club más popular, es un ejemplo palpable y latente. Justo traen las efemerides del dia de hoy, 14 de enero, que en esta fecha de 1963, cuando estaba aún fresco el grato impacto del último titulo de la gloriosa selección femenina que en 1962 ganó en forma invicta el campeonato sudamericano con el histórico doble agónico de Edith Nunes ante Brasil, Cerro Porteño que en la cresta de la ola de popularidad del deporte del cesto se incorporó a la practica de esta disciplina, ganaba su primer titulo a nivel nacional, al vencer precisamente en el estadio Comuneros a su tradicional rival Olimpia, en gran finalísima de damas, por el marcador de 50 a 47.
En aquel tiempo, no eran solo entidades polideportivas o netamente baloncésticas las que eran protagonistas de los campeonatos, sino clubes de futbol, los principales inclusive, que no podían sustraerse al atractivo de incluir al deporte del cesto en sus actividades.
Y no solo Olimpia y Libertad, fundadores de la CPB, sino Cerro Porteño, Guarani, Nacional, Sol de America, Presidente Hayes, Luqueño, River Plate, ingresaron a la competencia.
Este 2025, al cumplirse 47 años años de aquel tornado devastador, el únco que sobrevive en la élite del deporte del cesto es Olimpia luego que en los últimos dias, Libertad también decidió borrarse.
En medio de los nocivos y perniciosos efectos de aquel tornado, lo único que se puede rescatar es la plausible manifestación de gratitud que ha tenido una entidad que nació justamente al abrigo y amparo de la CPB en el tristemente desaparecido estadio Comuneros: el Comité Olímpico Paraguayo, que hoy, ha recibido en su gran parque de Luque a la CPB para que en él tenga una sede donde desarrollar sus actividades administrativas y una cancha donde puedan entrenar sus selecciones y también se puedan cumplir las competencias oficiales que en las diferentes categorías se desarrollan en una temporada.
De parte del gobierno, al despojo con injusta, indebida e ilegal expropiación, la despiada ingratitud y hasta el artero engaño con promesas incumplidas de resarcimiento y hasta la cesión por parte de la Municipalidad de Asunción de un predio (sobre la calle Santa Rosa) que estaba en litigio y del cual fue por segunda vez desalojado, lo único que se resalta es una incalificable indiferencia y hasta un deplorable desprecio total hacia el deporte que le dio al país tantas glorias. La más reciente frustración es el reiterado silencio de la junta municipal, que en el 2010 ya habia rechazado una acción de la intendenta Evanhy de Gallegos y que ahora devolvió un similar trámite del actual lord mayor Oscar Nenecho Rodriguez, de lo cual ya pasaron más de dos años.
No hay duda que con semejante via crucis, el basquetbol es el deporte paraguayo que más ha sufrido la injusticia de un incalificable desprecio de las autoridades nacionales, que en vez de ayudarle en su momento de desgracia y de respaldar una tan noble actividad que tantas alegrias brindó al pais, sin importarle en lo más mínimo las consecuencias que esta actitud genera, lo ha abandonado y dejado como a su propio estadio enterrado en vida.
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En la gráfica, el caótico panorama de los escombros tras la caida del techo. Solo quedo enhiesto el edificio de la sede administrativa de la CPB hacia la calle 15 de Agosto, despues demolida por el Estado al expropiar el local a la entidad deportiva para convertirlo en una plaza que al menos conservó el nombre de Comuneros.
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